Fallece un bebé de casi seis meses mientras estaba en la guardería

Rafael Abolafia / Jaén
La guardería pública “Cervantes” vivió ayer una tragedia. Una niña de tan sólo cinco meses y medio falleció en las instalaciones afectada, probablemente, por el síndrome de la muerte súbita. Su pequeño corazón dejó de latir pasadas las once de la mañana. Sin más.  Un golpe durísimo para los padres, destrozados por el dolor.

    27 feb 2009 / 23:00 H.

    A Mariluz le habían dado el biberón a las diez de la mañana y descansaba tranquila en su cuna. Poco después, una de las cuidadoras se dio cuenta de que no respiraba. Los médicos del 061 acudieron con rapidez e intentaron reanimarla durante un buen rato, pero fue imposible. No les quedó más remedio que certificar el fallecimiento del bebé. Las primeras hipótesis apuntan al síndrome de la muerte súbita del lactante como causa del óbito, según confirmó la alcaldesa de Jaén, Carmen Peñalver, que acudió a las instalaciones para consolar a los padres: “Están afectadísimos”, dijo simplemente.
    Al principio, se vivieron momentos de desconcierto. La guardería, que tiene capacidad para 120 niños, estaba prácticamente llena. Por eso, fueron muchos los familiares que se personaron en las instalaciones para recoger a los pequeños. La noticia del fallecimiento de bebé corrió como la pólvora con el boca a boca, aunque con datos muy confusos. Los responsables de la guardería avisaron a las familias para que se llevaran a los niños. Los padres y madres llegaban a la guardería aturdidos, sin saber qué había pasado, ni quién era el niño que había fallecido. Querían entrar a toda costa para ver que sus hijos estaban bien.
    Por eso, la Policía Local tuvo que cerrar las instalaciones. Con ayuda de las cuidadoras del centro, fueron entregando a los pequeños a sus familiares de forma escalonada. Los niños enseñaban una sonrisa de oreja a oreja cuando veían a los suyos, totalmente ajenos a la tragedia que había ocurrido apenas minutos antes.
    Mientras, el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Jaén, Antonio Valdivia, trabajaba en el interior junto a los forenses: “Habrá que esperar a los resultados de la autopsia”, se limitó a decir después de autorizar el levantamiento del cadáver. El rostro del juez estaba cruzado por el dolor.
    Lo peor estaba todavía por ocurrir. Llegó con el traslado del pequeño cuerpo de la niña hasta el coche fúnebre, situado a apenas tres metros de la puerta del centro. Los agentes ocultaron con sábanas el sudario en el que iban envueltos los restos mortales de Mariluz. Fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense donde hoy se le realizará la autopsia a partir de las nueve de la mañana.
    Poco después, salió su madre de la guardería. Estaba rota, con los ojos enrojecidos por las lágrimas por la inexplicable pérdida de su única hija cuando apenas había empezado a disfrutarla. Alguna de las numerosas personas que acudieron a la Carrera de Jesús también lloró cuando vio a la mujer marcharse.