Las patatas azules de Otíñar arrasan en grandes restaurantes

Innovar desde la raíz. Es la filosofía que envuelve el huerto de Carlos Roldán, trabajador de la Universidad de Jaén y miembro de la séptima generación de agricultores de Otíñar. Su plantación es puro espectáculo. Deja con la boca abierta a cualquiera por la variedad de vegetales, que están cargados de sorpresas. Tiene 15 tipos de patatas, entre las que hay 3 de color azul —Azul de la mancha, azul oliva y valfi—, algunas rojas y amarillas, otras color púrpura y hasta existen negras como el tizón. “Las patatas son americanas y tienen muchos colores. Hemos tendido a cultivar las blancas y las rojas para hacerlas comerciales, pero existe una tremenda variedad”.

19 may 2014 / 22:00 H.


No obstante, Carlos Roldán va más allá del romanticismo que podría llevarle a construir un arco iris de patatas. Su huerto tiene negocio y futuro. Existe un restaurante de Marbella —no da el nombre— que se ha quedado con la cosecha de patatas azules. “Buscan productos innovadores y delicatessen para la alta cocina y les interesa mucho el género”, explica. Sus hortalizas no tienen “trampa” ni “cartón”. Son 100% naturales gracias a los intercambios que realiza con agricultores de diversas partes del mundo. Aquí no hay química ni laboratorio. “Hace unos meses, me llegó un arbusto de Transilvania”, explica. De hecho, resulta habitual verlo acudir a Correos en busca de semillas que recibe desde Tailandia, Japón, Chile o Uruguay, entre otros países del mundo. Y no es ninguna locura, Carlos Roldán sabe que hay negocio, pese a que su gran apuesta por la naturaleza conlleva sus riesgos. “Hace un tiempo, entró un jabalí y se comió la cosecha de patatas que tenía comprometida con un restaurante. Su propietario vino hasta Otíñar para ver cómo se cultivaban porque las quería para un innovador plato. En cambio, llegó el jabalí y se comió muchos euros”, se lamenta. Ahora, ha incrementado sus medidas de seguridad: tiene perros para ahuyentar cualquier amenaza para su producción.


nuevos productos. Carlos Roldán no para de inventar. También cría fresas negras y tiene en marcha un proyecto que busca tomates del mismo color, aunque de un sabor muy especial. Asimismo, ha utilizado la polinización para lograr un tomate de excelente calidad que solo él posee, ya que lo ha diseñado de manera natural. Además, dispone de un injerto de una planta que da tomates en superficie y patatas debajo de la tierra. También cría una especie de melocotón blanco que es originario de China, unas habichuelas rojas de metro y mima una Morella de Balbis, que da una especie de “tomate cherry” que tiene un sabor que recuerda a la cereza y a la sandía. “No creo que existan productos que solo se puedan plantar en un lugar. Yo quiero romper con ese estereotipo y demostrar que todo se puede cultivar con dedicación, ilusión, paciencia y tiempo”, explica Carlos Roldán. Su huerto demuestra que pasa muchas horas allí. No tiene ni una sola mala hierba en la zona de cultivo y sus vegetales demuestran una salud excelente. Abona con estiércol natural y mima hasta el último detalle. Está seguro de que tendrá futuro.