Las infracciones de los conductores y las medidas disuasorias

Cumplir las normas de circulación en teoría no es complicado y todos los conductores las conocen. Al menos, si tienen el carné, es algo como el valor del soldado, que se presupone. Pero en una ciudad como la capital jiennense, castigada por las obras del tranvía y con graves problemas de aparcamiento, puede convertirse en un verdadero suplicio recorrer determinados itinerarios en la hora punta.

    21 abr 2010 / 09:27 H.

    Ahí cualquiera se ha encontrado con los que ignoran el atasco e intentan saltarse la larga cola a base de artilugios o quienes aparcan donde les parece oportuno sin tener en cuenta que pueden dejar inservible un carril completo o entorpecer de manera grave la circulación. Falta educación vial, una asignatura que los centros es cierto que se oferta, sobre todo a los más pequeños, pero con unos resultados que a la vista están. El civismo al volante brilla por su ausencia, aunque existen más que honrosas excepciones, aunque también se trata de un mal que afecta a la mayoría de las ciudades. En este contexto, el nuevo coche “ponemultas” que ya circula por las calles de la capital jiennense, es una herramienta que debe servir para disuadir a los conductores y, de hecho, en esa fase se encuentra en la actualidad. De momento, las sanciones llegan a los infractores de manera informativa, sin carácter sancionador. Por ahora, ya se ha demostrado la eficacia del sistema, que puede llegar a duplicar en dos horas de circulación las sanciones que “caza” en el mismo periodo de tiempo un policía de a pie.
    Es necesario, por el bien del ciudadano, que cuando las multas sean reales y se apliquen con la misma efectividad que si las ejecutara un agente de la Policía local, la situación en el tráfico en la ciudad se haya normalizado por completo. Aplicar un exceso de celo sancionador cuando no hay alternativas para el conductor sería una política más recaudatoria que preventiva.