"Las granjas estamos al límite"
Peor que nunca. Así ve el sector lechero José Luis Hueltes, quien, prácticamente, echó los dientes en la vaquería familiar, Cortijo El Espino, situada en Mures. El empresario muestra su desesperación ante la crisis de precios. “Estamos al límite. Esto es lo comido por lo servido. Si no hay una solución pronto estaremos vendiendo a pérdidas”, se lamenta.
El empresario explica que, desde hace ocho años —salvo un ligero repunte en 2014— la cotización del producto en origen es muy baja. “Lo malos es que estamos enganchados”, precisa Hueltes. Con esta frase se refiere al hecho de que los propietarios de granjas han hecho cuantiosas inversiones, que hay tienen muchos problemas para amortizar. “La industria viene y nos paga los que le da la gana. Nos dan treinta céntimos y el consumidor paga el doble. Alguien se está comiendo esa diferencia”, asegura el dueño de la granja, en referencia a las grandes lácteas y la distribución. José Luis Hueltes reclama al Gobierno de Mariano Rajoy que, como hizo Nicolas Sarkozy en Francia, se implique y garantice unos precios mínimos. Es escéptico con el acuerdo del miércoles, que considera insuficiente y claramente mejorable.
El empresario explica que, desde hace ocho años —salvo un ligero repunte en 2014— la cotización del producto en origen es muy baja. “Lo malos es que estamos enganchados”, precisa Hueltes. Con esta frase se refiere al hecho de que los propietarios de granjas han hecho cuantiosas inversiones, que hay tienen muchos problemas para amortizar. “La industria viene y nos paga los que le da la gana. Nos dan treinta céntimos y el consumidor paga el doble. Alguien se está comiendo esa diferencia”, asegura el dueño de la granja, en referencia a las grandes lácteas y la distribución. José Luis Hueltes reclama al Gobierno de Mariano Rajoy que, como hizo Nicolas Sarkozy en Francia, se implique y garantice unos precios mínimos. Es escéptico con el acuerdo del miércoles, que considera insuficiente y claramente mejorable.

En su caso —precisa—, además de un sala de ordeño amplia y tanques de almacenamiento, gastó, en 2003, 120.000 euros para tener derecho a producir más. “Ese dinero lo he tirado, porque hace unos meses desapareció el sistema de cuotas”, se indigna. En otra línea, añade: “Estamos supercontrolados. Nos han obligado a estar a la última en bienestar y sanidad animal, en selección genética, en residuos, en calidad y hasta en cursillos. Es como si hubiéramos hecho un examen perfecto y ahora nos suspendieran”. Por ello denuncia la “asfixia” que sufren las vaquerías. La consecuencia es la drástica reducción de las explotaciones. Por ejemplo, en Alcalá solo queda la suya y otra más pequeña en Villalobos. Una de las salidas que ha encontrado el sector en Andalucía es agruparse en la cooperativa Alba Ganaderos para negociar precios con más fuerza. De hecho, se ultiman contactos para fijar con la gran compañía compradora de leche vacuna el contrato para los próximos meses.
La granja de Hueltes es muy moderna y cumple todos los exigentes requisitos europeos. En la actualidad cuenta con unos setenta animales. Cuarenta son hembras en plena producción y el resto ejemplares jóvenes o que han parido. En el caso de la carne, en rendimiento económico no es mucho más económico que en la leche. De acuerdo con el criador mureño, después de tener todo un año un ternero, sin contar el trabajo, le deja solo 75 euros. Por otro lado, el ganadero destaca que el sistema intensivo, que ha hecho que la producción de leche por cabeza y jornada pasara de menos de la mitad a treinta litros, hace que las vacas se agoten y solo sean útiles cinco años. Lamenta la “esclavitud” de trabajar los 365 días del año, y encima “casi gratis”.