Las extravagancias de la riqueza

La posesión del dinero, ha sido de siempre motivo de deseo personal y de envidia cuando se sospecha que el vecino lo posee por haber amasado una fortuna, se buscan sospechosas actuaciones, casualidades y suerte en la vida para justificarse ante todo con su entorno, no se trata de valorar el bagaje cultural o el sacrificio personal, lo que es motivo de celos, todo eso se oculta, la persona agraciada ante la consideración pública de su riqueza, es motivo de halagos, elogios y felicitaciones, todos quieren ser presentados para poder expresarle su admiración y amistad.

    10 dic 2012 / 18:34 H.

    No es un hecho exclusivo de nuestra sociedad. En Italia cuenta Celso María Garatti que un oficinista llamado Gerardo, se comentó que había sido agraciado con el premio mayor de la Lotería. No le faltaron mientras vivió el respeto de sus compañeros, los elogios más diversos a su forma de trabajar, las consideraciones y regalos en Navidad, por parte de su jefe y el tratamiento con dulzura por parte de la secretaria que le acompañó en alguna cena ocasional. Gerardo no mejoró su forma de vivir, siendo motivo de ejemplaridad su comportamiento austero, a pesar de su riqueza. Cuando pasados unos años Gerardo fallece, se supo toda la verdad, era a otro al que le había tocado la lotería y que fue confundido con él. Se encontraba tan a gusto con el trato de sus compañeros y vecinos que guardó su secreto por temor a que al conocer la verdad, no le trataran de la misma forma. Dice Garatti que al entierro solo acudió la viuda. Halagos, elogios y felicitaciones son habituales en profesiones liberales y altos cargos administrativos y políticos, no hace falta fallecer, solo el “cesar” es motivo suficiente para comprender a Gerardo.
    Médico
    Fernando Garreta