Las barbas griegas
Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Evidente refrán que nos viene a advertir, en modo presagio, que como no te andes espabilao te vas a llevar el muy jiennense y famoso “ves”.
Voy a volverme muy básico, obviando mis limitados conocimientos económicos, políticos y sociales. 5 más 5, es igual a 10 y me llevo 1, que diría uno de la FIFA.
Elecciones en Grecia, sociedad harta de recortes, escándalos, políticos corruptos y falta de trabajo. Gana la formación política populista, esa que dice en el momento preciso las frases adecuadas, el cuento de Caperucita, los tres cerditos y Blancanieves a la vez. Todos con el lobo de prota, malo y feroz, que te va a comer y a desgarrar tus entrañas con sus fauces. Algo que hacen todos; la oposición gana votos con la crítica del que gobierna, y el gobernante mete miedo porque vienen las arpías malvadas a hacerse con el ansiado poder. Y, una vez que el poder he conseguido, olvido lo prometido, ¿les suena?, a tirar de tópicos y memoria histórica, cambiar de lobo, y no aceptar las reglas que me imponen mis socios (que no jefes), los cuales me han mantenido la respiración artificial mientras permanecía en coma.
Deudas históricas, alianzas pre-diluvianas y hasta la guerra de las Termópilas, sirven de excusa. Valiente espartano el amigo Tsipras, con su Temístocles al mando contra las hordas enemigas encabezadas por Jerjes-Lagarde y su flamante ejército de FMI´s. ¿Resistirán los 300, o tendremos que acudir al rescate con nuestro clásico 600 (sin cenicero)? En el horizonte, solo una palabra que lastra a un país: Deuda. El ministro de la pela griego ha tirado de Goethe; es “como el infierno para el cristianismo, desagradable y necesario”.
O tal vez todo esto una nube de humo, para ocultar el fracaso de una estrategia política que tal vez, volvamos a lo básico, solo busca alejarse de los socios “capitalistas” europeos, para unirse a la presunta extrema izquierda rusa, Putin mediante, más afín a su ideología. En España pronto tenemos generales, y ya veremos si preferimos humedecer la barba de Rajoy o secar la nuestra, apretar los machos y mirar al frente.
Voy a volverme muy básico, obviando mis limitados conocimientos económicos, políticos y sociales. 5 más 5, es igual a 10 y me llevo 1, que diría uno de la FIFA.
Elecciones en Grecia, sociedad harta de recortes, escándalos, políticos corruptos y falta de trabajo. Gana la formación política populista, esa que dice en el momento preciso las frases adecuadas, el cuento de Caperucita, los tres cerditos y Blancanieves a la vez. Todos con el lobo de prota, malo y feroz, que te va a comer y a desgarrar tus entrañas con sus fauces. Algo que hacen todos; la oposición gana votos con la crítica del que gobierna, y el gobernante mete miedo porque vienen las arpías malvadas a hacerse con el ansiado poder. Y, una vez que el poder he conseguido, olvido lo prometido, ¿les suena?, a tirar de tópicos y memoria histórica, cambiar de lobo, y no aceptar las reglas que me imponen mis socios (que no jefes), los cuales me han mantenido la respiración artificial mientras permanecía en coma.
Deudas históricas, alianzas pre-diluvianas y hasta la guerra de las Termópilas, sirven de excusa. Valiente espartano el amigo Tsipras, con su Temístocles al mando contra las hordas enemigas encabezadas por Jerjes-Lagarde y su flamante ejército de FMI´s. ¿Resistirán los 300, o tendremos que acudir al rescate con nuestro clásico 600 (sin cenicero)? En el horizonte, solo una palabra que lastra a un país: Deuda. El ministro de la pela griego ha tirado de Goethe; es “como el infierno para el cristianismo, desagradable y necesario”.
O tal vez todo esto una nube de humo, para ocultar el fracaso de una estrategia política que tal vez, volvamos a lo básico, solo busca alejarse de los socios “capitalistas” europeos, para unirse a la presunta extrema izquierda rusa, Putin mediante, más afín a su ideología. En España pronto tenemos generales, y ya veremos si preferimos humedecer la barba de Rajoy o secar la nuestra, apretar los machos y mirar al frente.