La Xixarra | Los excesos del verano se notan

Las vacaciones alteran nuestros horarios, el ritmo del sueño, el tiempo dedicado al deporte, y nuestros hábitos alimenticios. No es sólo que no sea tiempo de comerse un plato de lentejas o de garbanzos, sino que los días de descanso cambian el proceso de salir del trabajo y ponernos a hacer la comida —o encontrárnosla hecha—.

18 ago 2015 / 08:49 H.

Estamos en verano y la rutina de pararnos a cocinar cambia y se altera tanto por los horarios como por el tipo de alimentos que ingerimos, además, y sobre todo, por salir más a menudo a comer y cenar fuera de casa. Hábitos que podrían perjudicar nuestra salud. Unos se ponen con el verano a adelgazar y otros se descuidan y ganan peso que podría ser malicioso. De hecho, desde la Fundación Española del Corazón advierten de que en estos meses veraniegos las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 miligramos tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. El abuso de las barbacoas, los helados de nata o el exceso de café que viene después del pescado del chiringuito podrían provocar un colesterol demasiado alto.

El alimento veraniego preferido por los españoles es el helado, un alimento refrescante pero con mucho azúcar y que acostumbramos a tomar como postre. Hasta el 70% de las personas toma helado en verano una o más veces por semana, según el estudio de Frigo sobre Hábitos de Consumo de Helados en España. Por edades y sexos, los mayores de 35 años consumen helados más de tres veces por semana; los hombres un 65%, mientras que un 30% las mujeres. Como curiosidad, el sabor favorito de los encuestados es el chocolate. Seguro que les suena esto de un artículo en julio. Pero al margen del dulce, en España los alimentos más consumidos durante el verano son el gazpacho, las ensaladas, la tortilla de patatas y la fruta, alimentos que no son malos consumirlos y que de hecho, todas las personas los toman a menudo.

¿Cuál es el problema entonces? Son varios, pero el que más importa es la desestructuración en la comida. Es más frecuente saltarse comidas, llevar un horario desordenado o comer en exceso como parte de las reuniones propias del ocio y el descanso. Y esto acarrea, en consecuencia, otro factor, y es que en verano se gastan menos calorías al no llevar un ritmo de vida como en invierno. Sin embargo, esto no se compensa con una reducción en la cantidad de los alimentos. Los cambios en la rutina diaria favorecen una alimentación caprichosa y descuidada.

Por otra parte, como consecuencia del calor y de la hidratación que necesitamos, tendemos a tomar más fruta y a beber más. Pero no siempre lo que bebemos más es agua… Durante el verano, debe tenerse en cuenta el exceso de refrescos que contienen azúcares, y el aumento de la ingesta de cervezas y de sangrías. El alcohol es uno de los alimentos que más engorda ya que interrumpe la oxidación de las grasas e hidratos de carbono, produciendo que en lugar de quemarlos, los almacenemos. Si miran una dieta de adelgazamiento, verán que el alcohol brilla por su ausencia.

Para intentar llevar una alimentación adecuada durante estos meses estivales, Carlos Martínez, de CEO de IMF Business School, donde imparte un Máster Calidad y Seguridad Alimentaria, nos da una serie de consejos que podríamos sintetizarlos brevemente. Beber agua regularmente durante el día para evitar deshidratarnos, así como frutas y verduras de verano que destacan por ser refrescantes y evitar las bebidas alcohólicas. El desayuno ideal, además de evitar retrasarlo por levantarnos más tarde, debería incluir una pieza de fruta, leche o yogur, y un hidrato (pan, cereal o galleta). Así pues, lo más conveniente será realizar 4 o 5 comidas al día y mantener unos horarios ordenados y sin saltarse ninguna. Esto evita llegar a la comida siguiente con demasiada hambre y empanzarnos después. También debemos tener en cuenta que el cambio de hábitos quizás no haga que comamos mal en cantidad pero sí hace que nos olvidemos de la pirámide de la alimentación. Debemos evitar olvidarnos de las proteínas, casi siempre, el grupo alimenticio más perjudicado. Por último, un gran aliado será la vitamina A, un gran antioxidante que podemos encontrar en alimentos como la leche, la mantequilla, la yema de huevo, la zanahoria, las espinacas, las acelgas, el tomate, el melón, la lechuga o los pimientos. Con estos consejos, sin tener que estresarse demasiado por organizar una rutina alimentaria estando de vacaciones, evitaremos llegar a septiembre con alguna diferencia física además del moreno en el color de piel.