La vida desde distintas perspectivas

Desde Vizcaya. Nacimiento y muerte, son las caras extremas de un mismo proceso: la vida. Y continuamente ambas se están dando en esta dimensión de la realidad en la que vivimos. Son partes, inseparables, de su dualidad.

    26 oct 2013 / 08:32 H.

    El ser humano —y eso es parte de nuestro aprendizaje a través del sufrimiento—, tiene la capacidad para experimentar fuera de esta dualidad, y conocer así su realidad más elevada: la espiritual. De todas formas, cada uno de nosotros estamos en procesos de maduración distintos, siendo las decisiones que tomamos, así como la visión, más o menos elevada, que adoptamos, la que no acerca o aleja de aquello que nuestro “corazón” conoce y anhela y que, la “mente”, con sus ardides y a la defensiva, trata continuamente de boicotear. El hombre, en este panorama de la naturaleza del que comentamos, se ha dejado subyugar por la “mente”, se ha identificado con ella, con sus miedos, y deberá trabajar en sí mismo —para tomar el control usurpado por la “mente”— si desea escapar de su falso embrujo. La otra realidad, la que nos inunda habitualmente por sorpresa y nos traslada fuera de esa dualidad “mental” o material con la que nos llegamos a identificar, se suele manifestar —en mi caso así ha sido en distintos momentos— como vislumbres: un estado de paz absoluta, de dicha, de claridad meridiana que te inunda materialmente. Para avanzar en este camino de autodescubrimiento, la meditación es de gran ayuda. Cuando aprendemos a silenciar la “mente” (los pensamientos habituales y parásitos), simétricamente, el “corazón”, con su sabiduría intuitiva, se abre y se derrama.
    Gerardo Hernández Zorroza