La velocidad es su "biberón" diario

Hay quien antes de dar los primeros pasos ya está abriendo gas con la idea de ser más rápido que nadie. La competición y la velocidad llevan a las almas más valientes a montarse encima de una moto cuando apenas saben balbucear palabra alguna. Tres de estos talentos que viven para sentir el viento en su rostro son Fernando Calahorro Viedma, de cuatro años, Jesús Torres Cabrera, de seis, y Álvaro Ortega Ureña, de diez, todos pequeños pilotos en cuerpo, pero gigantes en entusiasmo, que ya compiten en torneos regionales y nacionales de minivelocidad, entrenados por sus padres Fernando Manuel Calahorro, Jesús Torres Morales y Francisco Ortega Román.

03 jul 2014 / 22:00 H.


Con el nombre de Jaén al frente, son pupilos de la Escuela de Competición, donde la ambición por ganar les lleva, incluso, a disputar carreras contra rivales de mayor envergadura, material y edad. De hecho, Álvaro Ortega Ureña se sobrepuso a varias caídas sobre el trazado onubense de Cartaya —cuarta prueba del campeonato andaluz de minimotos—, arriesgó en las curvas y protagonizó varias remontadas que le valieron para ser segundo y tercero en las dos mangas de las que constó la carrera. No solo se trata de caer y levantarse, sino de caer y superarse, lo que le vale a Ortega Ureña para liderar el Campeonato de Andalucía de la categoría 6.2 CV con 163 puntos.


El mismo pundonor se aplica a su compañero Jesús Torres Cabrera, quien remontó en varias ocasiones y tuvo manos a manos con sus rivales directos hasta alcanzar la cuarta posición en las dos partes de la carrera, idéntico lugar que ocupa en la clasificación general andaluza. Por último, el más joven de ellos, Fernando Calahorro Viedma, se habitúa a la competición y toma notas de los circuitos para emular a sus compañeros en próximas oportunidades.
En el futuro se ven manetas a un lado y a otro, ruedas delante y detrás y, sobre todo, un chasis de ilusión que equilibre a estas semillas de ganadores que disfrutan con las carreras. Combustible tienen de sobra, pues no hay más que ver su mirada para comprobar litros de ambición en sus ojos.