La vejez
Se ha puesto tanto énfasis en desarrollar la lucha contra el maltrato hacia la mujer que se está ignorando otro maltrato. El que se ejerce contra las personas que han traspasado la edad de la madurez. Contra las personas que están llegando al último capítulo de su vida y que en muchas ocasiones se encuentran indefensas ante sus maltratadores. Compren- do que es muy difícil detectar el sufrimiento que no tiene nada que ver con algún tipo de enfermedad que padecen. Es dificultoso de descubrir el maltrato debido a que en la mayoría de los casos acontecen en el entorno familiar.
De este tipo de maltratos apenas tenemos información, aunque existen. Tampoco existen muchas campañas de sensibilización y lo que es más grave, desconocemos el protocolo a seguir si detectamos un maltrato hacia las personas mayores. Las instituciones, que son las que deberían tomar cartas en el asunto, son las que deben velar por los intereses de todos y en especial de los mayores. Son las que no trabajan lo suficiente para colocar este problema en la cabecera de la sociedad, como una prioridad incontestable y alejada de las rivalidades políticas. Son los responsables políticos los que deben liderar esta lucha contra los maltratadores de personas indefensas por su edad y condiciones físicas o de salud. Estos políticos que tanto presumen de trabajar en pro de la sociedad, pero que se olvidan de alguien muy importante. Los mayores. Es el ejemplo claro y contundente que la clase política se encuentra en otra sintonía, en otro plano que no es la de dar respuesta a las verdaderas necesidades sociales. El no tener como prioridad la protección de los mayores es tirar por la alcantarilla algo muy importante. La conciencia. La conciencia que se encarna en la experiencia de nuestros mayores. Además, gracias a ellos, a día de hoy, podemos disfrutar de una calidad de vida aceptable, una calidad que es envidiada por un gran número de países. Ellos, nuestros mayores, han cimentado a la sociedad que tenemos en la actualidad. Una sociedad que vive en democracia y con un grado de libertad importante.
De este tipo de maltratos apenas tenemos información, aunque existen. Tampoco existen muchas campañas de sensibilización y lo que es más grave, desconocemos el protocolo a seguir si detectamos un maltrato hacia las personas mayores. Las instituciones, que son las que deberían tomar cartas en el asunto, son las que deben velar por los intereses de todos y en especial de los mayores. Son las que no trabajan lo suficiente para colocar este problema en la cabecera de la sociedad, como una prioridad incontestable y alejada de las rivalidades políticas. Son los responsables políticos los que deben liderar esta lucha contra los maltratadores de personas indefensas por su edad y condiciones físicas o de salud. Estos políticos que tanto presumen de trabajar en pro de la sociedad, pero que se olvidan de alguien muy importante. Los mayores. Es el ejemplo claro y contundente que la clase política se encuentra en otra sintonía, en otro plano que no es la de dar respuesta a las verdaderas necesidades sociales. El no tener como prioridad la protección de los mayores es tirar por la alcantarilla algo muy importante. La conciencia. La conciencia que se encarna en la experiencia de nuestros mayores. Además, gracias a ellos, a día de hoy, podemos disfrutar de una calidad de vida aceptable, una calidad que es envidiada por un gran número de países. Ellos, nuestros mayores, han cimentado a la sociedad que tenemos en la actualidad. Una sociedad que vive en democracia y con un grado de libertad importante.