11 mar 2014 / 16:26 H.
Resulta especialmente significativo que el primer acto oficial de recuerdo de los atentados del 11-M haya contado con la presencia de todas las asociaciones de víctimas de aquella tragedia, hasta ahora enfrentadas por diversos motivos. La unidad que se ha simbolizado en la emotiva ceremonia es la misma que debe primar en las esferas políticas a la hora de condenar todas y cada una de las manifestaciones de la lacra del terrorismo. 192 personas perdieron la vida en los trenes aquella fatídica mañana de la que hoy se cumplen diez años, víctimas de treinta nacionalidades diferentes que nunca volvieron ya a casa. El salvaje atentado pone de manifiesto que el riesgo sigue latente, en la medida en que España, en concreto Al Andalus, está en el punto de mira de los fundamentalistas islámicos. Como cada aniversario, vuelve sobre la mesa el debate de los autores del atentado y la cuestión de si los suicidas que murieron aquel 3 de abril en Leganés eran los únicos responsables. Para el Gobierno, aquellos lo eran, aunque no estaban todos, y se empieza ya a desterrar la teoría de que ETA está detrás. “Honestamente, no se ha podido acreditar”, confesó el propio ministro. Como dijo el ministro Jorge Fernández Díaz lo primordial es no olvidar y la sociedad tiene el deber moral de mantener la llama del recuerdo de lo que jamás debió producirse y, desde luego, nunca puede repetirse.