La subida de impuestos como arma de confrontación política
Como no podía ser de otra manera, la subida de impuestos confirmada en días pasados por el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, planeó ayer como uno de los asuntos fundamentales en la reunión de los martes del Consejo de Gobierno andaluz. Pero, quedó claro, según el propio jefe del Ejecutivo regional, José Antonio Griñán, que la Junta no aumentará los impuestos sobre los que tiene competencia la Administración autonómica.
Se puede entender que esa es la cara de la moneda, porque en la cruz también precisó que no se va a asumir el pago de las prestaciones por desempleo cuando finalice el plazo de seis meses que cubre la ayuda estatal. Desde el Partido Popular, lejos de aplaudir la decisión de no incrementar más los tributos, se reclama que se reduzcan para las familias trabajadoras y las clases medias. En esta coyuntura, es fácil adelantar que la presión fiscal sobre el ciudadano se plantea ya como uno de los elementos de controversia política de estas próximas semanas, un asunto que toca directamente al bolsillo del contribuyente y que siempre genera polémica. Es importante reseñar, desde luego, que se dibuja un panorama de drástica contención del gasto, en la medida de lo posible, y que uno de los recortes se dirige a los altos cargos que, según se ha anunciado, verán como se congela su sueldo.
Todo esto se plantea en un escenario económico andaluz especialmente complicado, con una subida del desempleo en el próximo otoño y con un previsible desplome de los ingresos, que dificultará en gran medida la elaboración del presupuesto para 2010. A priori, la tabla de salvación a corto plazo es agotar el límite máximo de endeudamiento permitido, que está cifrado en el 2,5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Una solución que tiene su gran parte de riesgo, porque supone pan para hoy y hambre para mañana.