La sexta edición de las Fiestas Calatravas deja un excelente sabor de boca

Ana María Bermúdez /Alcaudete
La sexta edición de las Fiestas Calatravas concluyó, ayer, después de tres días intensos con múltiples actividades y una elevada asistencia de público. La cita se consolida como una convocatoria ineludible en la programación veraniega del municipio alcaudetense.

    11 jul 2011 / 10:35 H.


    Las celebraciones llenaron de esplendor los alrededores del castillo. Miles de vecinos ataviados con vestimentas propias de la Edad Media se convirtieron durante tres días en caballeros, juglares, malabaristas, acróbatas, equilibristas y todo tipo de personajes típicos de la época.
    El comienzo se produjo con el tradicional desfile, que partió desde la Plaza del Ayuntamiento y recorrió las principales calles hasta llegar a las inmediaciones de Santa María, donde aguardaba ser inaugurado el mercado. No faltaron la música en directo de las gaitas y la percusión ni la puesta en escena de zancudos, bailarinas y personajes teatrales.
    Extramuros aconteció el torneo medieval “El Juicio de Dios”, en el que el rey Fernando III “El Santo” y Muhammad I se encontraron en Al-Qabdaq —nombre andalusí del municipio—. Miles de personas presenciaban el espectáculo en el palenque.
    Cabe destacar el gran despliegue de puestos en el mercado medieval, en el que se congregaron más de cincuenta comerciantes que ofrecieron una amplia variedad de productos a todos los visitantes a cambio de maravedíes. Igual de lucida que otros años fue la exposición de rapaces, una de las actividades más atractivas y tampoco faltaron las habituales tabernas de época dirigidas en casi todos los casos por empresarios locales.
    Intramuros, una de las novedades incluidas en la programación de este año fueron los recorridos “teatralizados” a la fortaleza titulados “Leyendas de la comarca”. Sirvieron para divulgar relatos singulares de municipios de la Sierra Sur. La única historia en representarse fue la alcaudetense “Martinillo Zancajo”.
    En definitiva, se trató de unas fiestas que impregnaron la atmósfera de la villa de aroma a siglos pasados en los que el municipio servía de frontera entre moros y cristianos. Ahora solo queda conocer los datos definitivos para determinar si las expectativas se han superado o no. No obstante, la impresión general es que se cumplió lo esperado por la organización y por quienes tomaron parte de una u otra forma. Lo que sí es seguro es que los alcaudetenses volvieron a colgar su vestimenta con el deseo de que llegue la séptima edición.