La Segunda República
José Benítez desde Jaén. Proclamada la Segunda República el 14 de abril del año 1931, la ingente labor que se le presentaba al nuevo Gobierno, se puede resumir —dejando al margen la ley sobre la reforma militar—, en dos temas fundamentales: la propiedad de la tierra y el analfabetismo. Basado en el breve pero enjundioso libro de Diego Caro Cancela, profesor en la Universidad de Cádiz, “Los socialistas en la historia de Andalucía, 2006, que publicó la Fundación Pablo Iglesias y que gentilmente me han enviado un ejemplar.
A la llegada del nuevo Gobierno republicano, este se entregó a intentar reformar la propiedad de la tierra —en la provincia de Cádiz el 52% de la propiedad la ocupaban fincas de mas de 250 hectáreas—. En todas las provincias andaluzas, el reparto era parecido. Fincas de miles de hectáreas, e incluso términos municipales eran propiedad de una sola familia. Creo recordar que el término de Garcíez pertenecía íntegro al Marques de Viana, compañero de Alfonso XIII en sus correrías. Como era previsible, esta ley se encontró con la frontal oposición de los grandes propietarios. Para visualizar aunque brevemente esta circunstancia, le recomiendo que se haga de este libro. Otra norma —de difícil y compleja aplicación— fue la de términos municipales, que pretendía evitar que los propietarios se valiesen de obreros extranjeros —en especial portugueses y que les servían de “esquiroles”— cuando los obreros locales pedían mejoras laborales. Estas se veían reflejadas en la Ley de Jurados Mixtos, que reunían a propietarios y jornaleros para concretar el importe de las peonadas y el horario, que según la citada ley quedaba fijado en ocho horas. Y la laboreo forzoso, que obligaba a los propietarios a labrar todas sus tierras. Manuel Jiménez Fernández, ministro de Agricultura en el gobierno de la CEDA y persona a la que se le podía tachar de marxista, decía en “El Liberal” de Sevilla el 25 de junio de 1935: “No se puede aprovechar la presencia en el poder para dar salarios de hambre y vulnerar las bases de los trabajadores y emplear máquinas, que permiten recoger la cosecha en quince días, mientras que los jornaleros pasan hambre”. En relación a la enseñanza, el esfuerzo era ingente. Se crearon miles de escuelas, se adecentaron centenares de locales destinados a escuelas (el comentario del conde Romanones —persona nada sospechosa de extremista— son elocuentes, ante la visita de unas de esas escuelas: los niños llegan helados y salen ateridos). Y los sueldos de los maestros —hasta hace pocos años era normal la frase de pasa mas hambre que un maestro— pasaron al Estado, antes era potestad de los municipios, que pagaban poco, tarde y mal. Para más detalles de lo que pasó después de la victoria franquista, vea el ejemplar de enero de 2008 de la Revista “Andalucía en la historia”, y el dossier “Maestros, reos del franquismo”. Y cómo este trataba a las personas dedicados a la enseñanza. Otras dos materias de candente interés fueron el voto de la mujer y la separación de los temas políticos y religiosos. En el periódico “Democracia” (Jaén, 1-XII-1932) se leía: El corresponsal de Sabiote comentaba la celebración en el juzgado municipal de dos matrimonios civiles. Esta separación conllevó la dimisión del presidente (provisional) de la República, Niceto Alcalá-Zamora y del ministro de la Gobernación, Miguel Maura.