La seda y el percal
José Calabrús Lara/Desde Jaén. En esta sala de estar que son las páginas de opinión de nuestro diario provincial, donde hay taburetes, como el “Trepabuques” para el epigrama o comentario punzante, o butacas de confidente, las Cartas al Director, para la reflexión serena, sobre lo que somos, pensamos y proponemos, me escribe el señor Gutiérrez Zayas, el 20 de abril, al que agradezco sus elogios y reflexiona sobre lo nuestro, añadiendo sus “peros”.
Defender las cosas de Jaén es tarea difícil donde las haya, por falta de entrenamiento, hay poca coordinación en las iniciativas; nos falta, lo que sobra a los nacionalistas o localistas trasnochados; la nuestra es tierra de paso y no ha desarrollado su identidad propia, absortos en el paraíso interior, lo disfrutamos temerosos de que alguien venga a perturbarnos. Deberíamos tomar conciencia de que lo bueno aumenta al comunicarse y fortalece a quién lo hace y lo foráneo casi nunca es mejor. Pienso que, por desgracia, del mismo modo que importamos políticos para encabezar listas; falta un lider carismático para nuestra sociedad civil; es nuestro sino; otro Deán Mazas, que le diga “levántate y anda”, antes de que sea tarde. Utilizando el símil del señor Zayas lo que hace falta ya, en lugar de tanta diletáncia, es cambiar la seda por el percal, dejar el capote de seda —de adorno el cualquier barrera— y coger el duro percal, los trastos, para torear de frente y por derecho a un toro que de una cornada nos puede mandar a la enfermería, ante de que “los mercados” lo devuelvan a los corrales, sin torear, mientras hablamos.