La Robin Hood de los desahuciados

Un agujero negro, más bien, porque una cosa es que la Constitución Española recoja que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna, y otra que se la quites a golpe de decreto ley a una entidad financiera, que habrá que ver si se quedan de brazos cruzados. Esa es otra. Con la pasta hemos topado, que es peor que con la Iglesia, sin lugar a dudas. 
La cosa es más peliaguda de lo que parece porque, además de expropiar, se va a castigar seriamente, o sea, con multas contantes y sonantes que es lo que duele al fin y al cabo, a las entidades que tengan los pisos vacíos. ¿Y a la Junta? ¿Se van a penalizar a ellos mismos? ¿Mi, me, conmigo? Porque alguna que otra construcción oficial estará también libre hasta de fantasmas. Es una duda, más que certeza, claro está. Es de suponer que antes de ver la paja en ojo ajeno habrán revisado su propio patio trasero.
Si yo fuera la consejera de Vivienda, me dejaría de populismo a la venezolana, de intentar imitar la política chavista (made in Chaves, se entiende) de expropiar por todas las esquinas para dárselo al pueblo llano y plantearía propuestas creativas. ¿Un ejemplo? Concursos voluntarios de acreedores para las personas físicas, para las familias y humanos en general, de manera que durante dos años no pagasen hipoteca ni alquiler hasta que su situación se recupere y se hiciera, también, una quita a los deudores. Igual que funciona con las empresas en apuros de liquidez, pero con futuro, pues lo mismo con cualquier hijo de vecino que no tenga cuatro paredes para cobijarse y, encima, esté sin trabajo.
Desde siempre, los más desesperados en busca de un techo han entrado a la pura fuerza en casas vacías. A partir de ahora, seguirán siendo igual de okupas, pero legales.

Publicado en la edición del domingo 14 de abril de Diario JAEN en la sección Pongamos por caso: Si yo fuera consejera de Vivienda