La revisión del plan del casco histórico llegará tras el PGOU

Quienes transitaron, el lunes, por la Judería, se encontraron con una “desagradable sorpresa” al pasar por el Callejón del Gato: una rata muerta en mitad de la vía. La imagen no era nueva. Pero, más que a la que correspondería a una ciudad del siglo XXI, dotada de saneamientos y de un mantenimiento escrupuloso, se asemejaba a la que le valió el nombre a este callejón hace dos siglos. “Se denominó así por la abundancia de gatos y basura”, explica el presidente de la asociación Iuventa, Rafael Cámara, antes de rematar con un reflexivo: “La historia, que siempre regresa”.

25 nov 2015 / 11:47 H.


El mantenimiento —o la ausencia de él, como critican colectivos culturales y vecinales— denota el olvido en el que está sumido el casco histórico. “No hay voluntad política, ni de un partido ni de otro [en alusión al PP y al PSOE], de poner la seña de identidad de Jaén en el candelero”, se lamenta el presidente de la Federación Más Voluntades, Antonio Lozano. La escasez de equipamientos o un transporte público urbano que consideran “deficitario” para la zona dan cuenta de ese mismo “abandono”. Pero la gota que colma el vaso para los defensores de este distrito de la capital es un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) “en el que no figura el conjunto histórico”. “Para mí —confiesa Cámara—, es sorpresiva la preocupación tremenda que ha habido por el futuro de la ciudad, intentando planificarla en todo, menos en su parte más identitaria, que es el casco histórico”. Una situación que lo lleva a reflexionar: “Si el nuevo PGOU era la planificación del futuro, esta zona se ha quedado sin él”.
Admitiendo lo que es un clamor, hace algo más de dos semanas, en los desayunos informativos de Diario JAÉN, el exalcalde, José Enrique Fernández de Moya, abogó por un “ménage” a cuatro bandas entre el Ayuntamiento, la Diputación, la Junta y el Gobierno para poner en marcha un plan integral que recupere lo que calificó de “bello rincón” de la ciudad. Pero, para ello —comparten ambos colectivos—, son necesarias una revisión del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del casco histórico e inversiones.
Lo primero se iniciará cuando entre en vigor el nuevo PGOU, algo que se espera que ocurra antes de que finalice el año. Esta revisión queda reflejada en el documento, según fuentes de la Delegación de Medio Ambiente, y el concejal de Urbanismo y futuro alcalde, Francisco Javier Márquez, confirmó a este periódico: “Esa es mi intención”.
Al igual que el ordenamiento urbanístico al que, en unas semanas, le dará carpetazo la ciudad, el plan que regula las intervenciones en el casco histórico data de 1996. Van asociados y, como el PGOU, está “desfasado”. Coinciden en la elección del verbo el edil y los presidentes de Más Voluntades y Iuventa, que, además, lamentan el “incumplimiento en gran medida” de los objetivos del Pepri actual. “En infraestructuras y equipamientos, se habrá incumplido en un 85 o un 90%”, estima Cámara. ¿Cuáles? En un ejercicio de memoria, recuerda: “Se proyectaron residencias de ancianos, la ubicación de la Escuela Oficial de Idiomas Xauen y la exposición del Renacimiento que, al final, dijeron que instalarían en el Convento de Santo Domingo... Cosas que llevan pegando bandazos 20 años y que no se concretan en nada”.
Pero, además, advierte el presidente del colectivo cultural: “Necesitamos un nuevo plan especial porque, desde 2011, el conjunto histórico ha crecido”. Ha ampliado sus límites hasta abarcar el malogrado cementerio de San Eufrasio y también el Parque de La Alameda de Adolfo Suárez, que no cubre el plan vigente, y, por supuesto, habría que adaptarlo a la nueva Ley de Patrimonio de Andalucía. En resumen, sentencia Cámara: “Para un conjunto histórico catalogado como el nuestro, es obligatorio ese plan especial”.
Sin embargo, no hay plazos para actualizarlo y, “lo más importante”, según el presidente de “Más Voluntades” es que las medidas que se contemplen en él, una vez que se revise, se concreten en “compromisos presupuestarios”. “Si no hay inversión, ¿de qué sirve?”, concluye Lozano.