La reforma necesaria
Días atrás en un artículo de opinión en este diario, se decía que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, y hoy quiero abundar en este tema. No es necesario ser un genio de las finanzas para darse cuenta de que todo aquel que gasta más de lo que ingresa va directo hacia la ruina.
Ese es un camino que conduce al abismo sin remedio, aunque algún que otro gurú nos venga con sofisticadas teorías económicas tales como que hay que acostumbrarse a vivir en el déficit para conseguir crear empleo invirtiendo aquel dinero del que ahora carecemos. Esa es una tesis no demostrada, quizás una falacia con la que muchos economistas no están de acuerdo. Para disminuir el gasto, se está escatimando en pensiones, sanidad, educación, obras públicas y demás servicios que afectan a la calidad de vida y recortan el estado del bienestar. Por otra parte se están aumentando todos los impuestos directos e indirectos con el consiguiente empobrecimiento del ciudadano medio que ve mermar cada día su calidad de vida y su capacidad de supervivencia. Así se consigue incrementar los ingresos del Estado pero como consecuencia lógica aumenta también el malestar de la sociedad. Todo lo que se está haciendo hasta el momento son recortes duros que se encaminan a mantener el tinglado de un Estado de despilfarro sin acercarse al fondo del problema. Es urgente enderezar el rumbo de la nave sin hacerla encallar y para ello hay que tomar medidas drásticas que permitan conseguir los fondos necesarios sin ahogar al ciudadano. Esas decisiones serán duras, quizás también impopulares a nivel de la clase política, porque se trata de eliminar en parte su situación de privilegio para llegar a la raíz del problema y poder resolverlo. El camino correcto quizás pase por conseguir los fondos necesarios para invertir al máximo con el fin de enderezar la economía, pero no a costa de lograr préstamos a un alto interés en los mercados ahondando en la ruina y el déficit, sino con otras medidas mucho más eficaces y que ningún gobernante quiere. Es necesario desmontar una estructura estatal muy costosa y estéril que rompe con el principio de igualdad entre los españoles. Hay que allegar los medios necesarios por medio del ahorro en lo superfluo, racionalizando la administración, recortando empresas públicas, cerrando televisiones, eliminando estructuras de poder tales como Senado, diputaciones y algunas o todas las autonomías. Sí, desde un punto de vista racional alejado de todo partidismo político, hay que poner los pies en el suelo y decir con firmeza que es necesario retocar la Constitución para aligerar gran parte de la estructura del Estado, porque el modelo actual encarece de forma superlativa el gasto y ese despilfarro no nos lo podemos permitir.
Paco Casas es escritor