La recovera

Iba al cortijo, sola, sobre el burro, llevando de reata a la mulilla torda. Si había perras, llevaba a dos animales hasta las trancas de avíos. Francisco era poco hablador.

    28 jun 2014 / 22:00 H.

        Isabel, ¿te quieres casar conmigo? Ese concreto género, el de la boda, no iba en el inventario de la recovera. Isabel llevaba cosas, las que llevan las cosarias. Descabalgó. Se fue hacia Francisco mirándolo fijamente y dijo: A ver, Francisco, muchas cosas me piden los hombres, muchas. Todas diferentes, ¿sabes? aunque acaban en lo mismo. Ya te puedes figurar, he oído y he hecho de todo. A lo que iba: Si quieres, te aligero la tensión y vamos arreando, tengo que estar bajo techo cuando se ponga el sol. Y Francisco contestó: No Isabel, lo que quiero es casarme contigo. Ella: Pero bueno, ¿tú que tienes? ¿qué puedes ofrecer tú? ¡Dime! Él: La mitad de este cortijo, y otro entero pasando el río. Ella: Bueno, mira, tráete las escrituras, y ya hablamos. Él: Toma las escrituras. Y le tendió los papeles. La cosa se puso en conocimiento de la hermana de Francisco. Soledad les retiró la palabra. Habló con él un sobrino de primo hermano, que estaba en el seminario mayor. El obispo le dio un mes de licencia. Pero fracasó. Tampoco sirvieron las buenas razones del Juez de Paz y del comandante de Puesto. Cuando el otoño arreciaba, por noviembre, les echaron las bendiciones.
    José María Ruiz Relaño / Andújar