La "fábrica" de la Benemérita dice adiós a su promoción más exigua

Hechos son hechos y, ayer, en la Academia de Baeza, una cosa era incuestionable: se celebraba, debido al plan de austeridad en el gasto público del Gobierno, el acto de entrega de despachos para el curso con menor número de alumnos del centro desde 1990. La ceremonia fue escasa, en cuanto a número, pero no perdió una pizca de brillantez. Acompañó la mañana, en la que lucía un sol espléndido, que calentaba la temperatura, pero solo hasta los veinte grados, y desde Sierra Mágina soplaba un viento que refrescaba el ambiente. Los guardias de la 116 Promoción eran 308, frente a los más de dos mil de la anterior, pero cuando las plateadas vainas de sus sables golpeaban contra el suelo del Patio de Armas el sonido causaba el mismo efecto imponente que siempre. Estaban formados en tres compañías, junto a otras tantas del curso número 32 de suboficiales que se gradúa en el centro, 252 alumnos. Unos y otros formaban un grupo en el que había 529 personas, 40 mujeres y 489 hombres, situados frente a la tribuna de autoridades y los familiares y amigos, unos mil, según fuentes del centro.
La Unidad de Música de la Dirección General de la Guardia Civil puso la banda sonora del acto castrense. En el homenaje a los caídos, un redoble se combinó a la perfección para dar solemnidad al reconocimiento a los compañeros muertos en acto de servicio, en el que, como siempre, emocionó la interpretación de todos los guardias de “La muerte no es el final” y las salvas de la Escuadra de Gastadores. La bandera española, concedida al centro en 1983, se incorporó y retiró entre honores, portada por el teniente Salvador González, al que le corresponde esta misión por ser el más veterano de la unidad. Desde que se empleó por primera vez esta enseña, casi cien mil miembros del Cuerpo le han presentado sus respetos.   José Rodríguez Cámara / Baeza