La provincia de Jaén tiene su butaca en el Parnaso

Ignacio Frías Abarca
El profesor de Literatura, poeta, ensayista, crítico de arte, erudito e intelectual Juan Manuel Molina Damiani explica a sus alumnos del instituto Las Fuentezuelas de Jaén quién era el Marqués de Santillana, Adelantado Mayor de Castilla que entró con sus tropas en Sierra Mágina, y que tenía la biblioteca más importante de España de la segunda mitad del siglo XV. Un poeta que trajo el estilo italiano y que comenzó a escribir sonetos mucho antes que el mismísimo Garcilaso. Y no sólo era culto, sino que también elevó al Parnaso las populares serranillas de Bedmar.

    18 ene 2009 / 04:00 H.

    El Marqués de Santillana no era de Jaén, pero escribió aquí una parte muy importante de su obra, inspirada en el Santo Reino. También el profesor Aurelio Valladares, en su Guía literaria de la provincia de Jaén, editada por el Instituto de Estudios Giennenses, además de a los propios, incluye a autores que, sin haber nacido en Jaén, se inspiran en estas tierras. Otro tanto de lo mismo hace Lorenzo Martínez Aguilar en su libro La literatura en Linares (siglos XV-XX), una recopilación cronológica de los diferentes escritores que la ciudad de las minas ha dado al mundo. La provincia de Jaén, a través de los siglos, ha aportado un importante legado a las letras españolas y universales. El botón de muestra, remontándonos en el tiempo a lo que podría ostentar el decanato lírico, se vislumbra en el “prodigio de belleza y sencillez” que es la Canción de las tres morillas de Jaén, un zéjel de autor anónimo.
    Entre los autores vetustos de renombre figura Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en la primera mitad del siglo XIV, autor de El libro del buen amor, estudios recientes confirman su origen alcalaíno, de Alcalá la Real y no de la de Henares que también lo reclama. Este municipio jiennense era, por entonces, una tierra mestiza, de frontera y ventana al mundo por donde entró el Renacimiento en España. Otra lumbrera universal de todos los tiempos fue Jorge Manrique, nacido en Segura de la Sierra en torno a 1440, autor de las Coplas a la muerte de su padre, un portento de poesía del que el Fénix de los Ingenios sentenció: “Merecía estar escrita en letras de oro”. Este poema es, sin duda, uno de los clásicos de la literatura española de todos los tiempos. El Condestable de Castilla, Miguel Lucas de Iranzo, dejó constancia en sus Hechos de su habilidad como cronista, en una de las prosas más esbeltas de todo el siglo XV, que retratan a la sociedad jiennense del momento, y así lo destaca el poeta, prosista y crítico catalán contemporáneo Pere Gimferrer. Además, el Condestable defendió a los conversos y a los que no estaban sujetos a la ortodoxia católica, una conducta que lo situó en el punto de mira de una conspiración, de la que fue víctima. Otro foco de inspiración aportado al océano global de las letras por la tierra jiennense son los romances. Aquí el romancero es amplio y, en general, anónimo. Hay títulos como El cerco a Baeza, el Ataque de Reduán a Jaén, las Correrías por Alcalá la Real o el célebre Fernando IV El Emplazado y los hermanos Carvajales que, sin duda, es el más conocido. Ya en el Siglo de Oro destacan nombres que, al igual que decía Lope de Vega del poema de Jorge Manrique, podrían estar esculpidos en el vil metal. Uno de ellos es Francisco Delicado, nacido en Martos hacia 1480 y autor de La lozana andaluza, donde da cumplida cuenta de su origen en la villa de la Peña, ya que existen muy pocos datos sobre este autor. Asimismo, la vinculación de San Juan de la Cruz con Úbeda tiene una amplia presencia en la obra del místico. Otro prócer fue Huarte de San Juan (San Juan del Puerto, 1529-Linares, 1588), psicólogo, médico y filósofo, autor de Examen de ingenios para las ciencias, publicada en Baeza en 1588.
    Como lumbrera del XVI destaca Baltasar del Alcázar cuya fama se debe, en especial, a la Cena jocosa escrita durante su estancia en Jaén y en la que menciona al caballero don Lope de Sosa. Esa cena y el nombre de Lope de Sosa, los recuperaría, ya en el siglo XX, el ubetense Alfredo Cazabán Laguna en su conocida revista literaria. El poeta baezano Alonso de Bonilla, nacido en 1570, fue una figura literaria destacada de la lírica española. Tiene obras como Peregrinos pensamientos, Glosas a la Inmaculada o Nuevo jardín de flores divinas. Está documentada de la estancia de Miguel de Cervantes en la provincia, donde ejerció de recaudador de impuestos o tributos, concretamente en Linares, Martos, Porcuna, Arjona, Marmolejo, Lopera, Arjonilla, Las Navas, Begíjar, Alcaudete, Villanueva del Arzobispo, Jaén, Úbeda y Baeza. En El Quijote relata el traslado, a escondidas, del cadáver de San Juan de la Cruz desde Úbeda a Segovia, en 1593, pasando por Martos. No hay que olvidar tampoco la figura del historiador Gonzalo Argote de Molina, aunque sevillano, su ascendencia procedía de la Torre de Gil Olid, próxima al Puente del Obispo, que escribió una Historia de Baeza y otra Historia de Úbeda. La provincia de Jaén también está presente en innumerables novelas picarescas del XVII. En el siglo XVIII Jaén sufre un importante colapso económico y político que tiene su reflejo en lo cultural y, pese a ser el siglo de las luces, no se prodigan las lumbreras de la literatura, aunque las hubo, como Juan Antonio de Acuña y Benavides, Manuel Crespo, o el Conde de Torrepalma. Una figura importante fue el deán Mazas, quien llegó a Jaén como penitenciario de la Catedral en 1765 y permaneció hasta su muerte en 1805. Su obra cumbre es Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén. Moratín hizo una descripción de la franja de la provincia que recorrió durante su viaje a Italia.
    Entre los autores jiennenses del XIX destacan el poeta y autor teatral Antonio Almendros Aguilar, nacido en Jódar en 1825. Al igual que Manuel María Montero Moya (Andújar, 1826-Jaén, 1914), que escribió en verso y en prosa. El poeta Juan Antonio de Viedma (Sabiote, 1830), con obras como el Romancero de Jaén, la Casa de los Rincones o la Casa del Ahorcado. Fue corta la vida de Bernardo López (Jaén, 1838-Madrid,1870) pero su obra patriótica Al dos de mayo lo catapultó a la gloria. Entre las mujeres pioneras resalta la figura de Patrocinio de Biedma (Begíjar, 1858-Cádiz, 1927). Destaca su novela La marquesita y sus poemas.
    Ángel Alcalá y Menezo (Quesada, 1845-1895) cultivó la poesía, la novela, la investigación histórica y el periodismo. Alfredo Cazabán Laguna (Úbeda, 1870-Jaén, 1931) fue poeta y fundó periódicos. Donde mejor revela su faceta periodística es en la revista Don Lope de Sosa. No hay que olvidar a Antonio Alcalá Venceslada (Andújar, 1883-Jaén, 1955), literato autor de obras como La flor de la canela: Cuentos, chascarros y sucedidos andaluces en verso. Tampoco se puede pasar por alto la figura del poeta sevillano Antonio Machado, quien dejó hermosas poesías durante su estancia como profesor en Baeza, inspirado por el paisaje jiennense. Fue prolífico novelista Juan Aguilar Catena (Úbeda, 1888-Madrid, 1965), y algunos de sus temas fueron llevados al teatro. La vinculación de Miguel Hernández con Jaén también es intensa, pues fue en esta tierra donde se casó y donde escribió sus Vientos del pueblo. Juan Pasquau Guerrero (Úbeda, 1918-Madrid-1978) fue periodista y un evocador del pasado. Sebastián Bautista de la Torre (La Puerta de Segura, 1911) fue un autor prolífico y polifacético. Otro nombre célebre es el de Antonio Lara Gavilán “Tono” (Jaén, 1892), autor de más de cuarenta comedias humorísticas. En la actualidad, hay nombres consagrados que triunfan con prácticamente todo lo que editan. Este es el caso del ubetense Antonio Muñoz Molina (1956), académico de la Lengua, autor de obras como Beatus Ille, Beltenebros, Invierno en Lisboa o El jinete polaco. Otro escritor de éxito es el urgabonense Juan Eslava Galán (1948), premio Planeta por su obra En busca del unicornio. Además, posee los premios Andalucía de la Crítica, Fernando Lara o Ateneo de Sevilla, y obras como La mula, La lápida templaria, Catedral, o El enigma de la Mesa de Salomón. Un nombre que brilla con esplendor en el panorama actual es el de la linarense Fanny Rubio, novelista, poetisa y ensayista. Pero hay muchos otros nombres que han dignificado las letras jiennenses y lo siguen haciendo en la actualidad, como el del carolinense Manuel Andújar; el marteño Manuel Caballero Venzalá; el ubetense Salvador Compán, finalista del Premio Planeta.
    Y otros nombres, menos conocidos, pero no por ello dejan de ser importantes como el de los poetas y escritores Manuel Lombardo Duro, Guillermo Fernández Rojano, Juan Manuel Molina Damiani, Antonio Negrillo, Manuel Ruiz Amézcua, Mercedes Rueda Fernández, María José Blanco, Lorenzo Martínez Aguilar, Pilar González Fernández, María Angustias Vida Verdú, Manola Gaitán, Enrique Gómez Fernández, Andrés López Godoy, Jesualdo Jiménez de Cisnero, Manuel Anguita Peragón, Miguel Calvo Morillo, Ramón Molina Navarrete, Felipe Alcaraz, Manuel Urbano, Juan Carlos Ojeda García-Lombardo, José Viñals, Domingo Failde, Joaquín Fabrella, Jesús Tíscar Jandra, Nicolás Ortiz, Javier Cano, Pedro Luis Casanova, Diego Sánchez del Real, José Sánchez del Moral, Rafael Lizcano, Juan Carlos Abril, José Luis Alonso Viñegla, Carmen Bermúdez Melero, Antonio Checa Lechuga, Alfonso Fernández Malo, Manuel Garrido Chamorro, Dámaso González, Pedro González Navarrete o Guillermo Senna Medina, entre otros muchos de una lista interminable. Unos y otros contribuyen a que la provincia de Jaén tenga un papel de primer orden en la literatura.

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