La profecía

Juro que no tenía ninguna intención de hablar del Papa otra vez. Es más, este artículo se iba a llamar 'Huevos de Pascua'. Un compendio de sabiduría en el que pensaba hacer una comparativa del tipo: Si fuéramos un país nórdico hoy estaríamos regalándonos huevos de Pascua como recuerdo de la época en que no se podían comer durante la cuaresma y el lunes de Pascua había que darles salida.

    01 abr 2013 / 11:20 H.

    Pero además, si fuéramos un país nórdico hoy no estaríamos mirando a Chipre con miedo de que nuestros bancos cierren sus puertas para evitar retiradas masivas de fondos; ni estaríamos diciendo que España tiene sobrecarga de empleados públicos (uno por cada 15), cuando en realidad está muy lejos de países como Dinamarca donde lo es uno de cada seis. Y así. Pero todo cambió con el abrazo de dos ancianos en Castel Gandolfo y las palabras del Papa Francisco diciendo: “Somos hermanos”. Entonces, un pensamiento lejano e impenitente explotó con la frase “Dos hermanos, ninguno de los cuales será Padre verdadero”. Recordé haberla leído en un libro que pululaba por casa de mis padres y cuyo título, “Las Profecías del Papa Juan XVIII” dice mucho de la vocación ecléctica de mis lecturas. Empecé una búsqueda esquizoide de aquel texto, hasta que lo encontré. Las pastas estaban rotas, las hojas amarilleaban y aunque al abrirlo ya no percibí esa punzada que sentía a los quince años cuando especular con lo esotérico me hacía partícipe de un futuro misterioso e incierto, la referencia era literal. Eran unas supuestas profecías sobre la Iglesia, redactadas presumiblemente por Ángelo Roncalli cuando todavía no se había sentado en la silla de San Pedro. Pero más allá de esa anécdota kafkiana, lo cierto es que por primera vez en dos mil años hay dos pastores que a pesar de parecer bien avenidos representan facciones opuestas de la Iglesia. Creo que con Juan Pablo II, la más fundamentalista, encabezada por Opus Dei, se hizo con la cúpula vaticana. Benedicto XVI insistió en ello, apoyando su teología europeísta en los Legionarios de Cristo. Y no es hasta hoy que parece surgir vientos de cambio con el primer Papa Jesuita de la historia. No seré yo quien trate de defender a alguien que perteneció a la jerarquía católica argentina, en su mayoría, cómplice u ocultadora de la dictadura militar. Solo digo que sus palabras son un buen comienzo y alguien que apuesta por los pobres o dice que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida; alguien que sostiene que no debemos tener miedo a la bondad, y ni siquiera a la ternura, porque la ternura no es virtud de los débiles sino que denota fortaleza de ánimo, capacidad de atención, de apertura al otro, de amor. Pues eso; que a mí me ha ganado.

    Sofía Casado es licenciada en Derecho