La precaución es la bandera que siempre debe guiarnos en ruta

No se cansa la Dirección General de Tráfico, y es su obligación, de decirnos que en verano hay que extremar las medidas de precaución en carretera. Lo hace con campañas de publicidad que nos provocan escalofríos, también con algunas escenas de ficción que llaman la atención o con anuncios simplemente descriptivos de una situación que para España empezaba a ser habitual pese a su dramatismo. Ante ninguna quedábamos impávidos, aunque luego, a la hora de la verdad, sucedía lo que parecía inevitable, un escalofriante goteo de muertos fin de semana tras fin de semana. El carné por puntos, instaurado hace ahora tres años, vino a amortiguar esa galopada de muertes en carretera y ahora se insiste en que la vida vale mucho más que los segundos que podamos arañar apurando la velocidad o el disfrute momentáneo y engañoso del alcohol cuando tengamos que coger el coche. Sobre estas dos cuestiones hay que incidir siempre porque son cientos las muertes que provocan al año. Ni las autoridades ni los medios de comunicación descansamos a la hora de reclamar la responsabilidad de quienes tienen un volante en sus manos, con o sin viajeros, da igual, porque en la carretera todos cuentan, vayan o no en el mismo coche. Ya lo sabe, si va a viajar, no beba, coma moderadamente y descanse cada dos horas, y nunca exceda el índice de velocidad recomendado. En verano, igualmente, pero si acaso, extreme la precaución porque en los viajes largos quizá estemos más alertas y obviemos la peligrosidad de los desplazamientos cortos, una vez que hemos aterrizado en nuestro lugar de verano o simplemente cojamos el coche para ir de un pueblo a otro. La precaución es la bandera que siempre ha de guiarnos en ruta y para ello ninguna campaña de concienciación sobra ni ninguna línea que se escriba sobre el particular, por cansina que sea, debe ser infravalorada.

    11 jul 2009 / 09:20 H.