La Policía teme la ocupación del antiguo Hotel La Imora
Cerrado por reformas. Próxima apertura, 15 de septiembre”. Como un sarcasmo, el cartel que anunciaba, hace ya dos veranos, la vuelta a la actividad del Hotel La Imora tras una supuesta mejora del establecimiento continúa en la puerta principal, que está cerrada a cal y canto aunque, de hecho, parece ser uno de los pocos accesos aún infranqueables.
Desde que el recinto cesara la actividad, allá por agosto de 2012, los robos —tanto en el exterior como en el interior— se han sucedido aunque, en las últimas semanas, se recrudecen
Desde que el recinto cesara la actividad, allá por agosto de 2012, los robos —tanto en el exterior como en el interior— se han sucedido aunque, en las últimas semanas, se recrudecen
. “De día y de noche, eso da igual. Vienen con sus furgonetas, se colocan detrás del edificio, cogen lo que quieren y se van”, asegura un hombre que trabaja en la zona de La Imora y que ha sido testigo, en numerosas ocasiones, de las sustracciones. “Estos días se están llevando lo poco que queda dentro, y por fuera hasta el cuadro eléctrico han arrancado”, resalta el varón, que llamó en varias ocasiones a la Policía para alertar de estos hechos, pero que dejó de hacerlo tras recibir amenazas de un grupo de los presuntos ladrones.
detenidos. “Hay una patrulla de la Policía Nacional que pasa continuamente, pero no puede estar todo el día”, reconoce el jiennense, que lamenta el cierre del hotel, también, por la pérdida de empleo que generó para la capital.
En cualquier caso, los agentes de este cuerpo no permanecen inactivos. Ya el año pasado hubo tres detenidos por las sustracciones en las instalaciones y en 2014, antes del verano, se arrestó a otros cuatro. Fueron dos matrimonios de Fuensanta, según especifica el encargado de Comunicación de la Policía Nacional de Jaén, Diego Moya. También se intervino en esta operación un vehículo.
Aunque, al margen de los robos, lo que verdaderamente preocupa a la Policía, en el caso de este hotel inactivo, de grandes dimensiones y situado en una de las principales entradas a la ciudad, es que el edificio sea objeto de un proceso de ocupación. “Se está controlando y vigilando la zona para evitar que se meta gente allí”, afirma Moya, que recuerda que, hace unos meses, un ciudadano del norte de Europa pasó algunas noches allí pero, finalmente, optó por marcharse. “El problema verdadero sería un grupo de okupas o una familia de muchos miembros”, añaden desde la Policía.
Desde hace unas semanas, un colchón maltrecho y algunas mantas tiradas sobre el suelo, delante de la fachada del hotel, atestiguan la presencia puntual de personas para pasar la noche. La basura comienza a acumularse en el aparcamiento.
Cada día, cientos de individuos pasan por la zona, bien en coche, bien a pie, ya que la carretera de Córdoba, en ese tramo, es muy utilizada por los deportistas para andar o correr. De un tiempo a esta parte, el edificio del antiguo alojamiento parece mirar a los transeúntes. Los “ojos” son los balcones de las habitaciones, desprovistos ya de las puertas acristaladas. Algunos curiosos se detienen y, si tienen la vista aguda, pueden distinguir el interior de las habitaciones, donde las lámparas brillan por su ausencia y las paredes aparecen cortadas en dos, al haber sido arrancados los cables del circuito eléctrico como a dentelladas.