La PAC de Ciolos
Está claro que el comisario europeo de Agricultura, Dacian Ciolos, ni conoce ni ha oído hablar de Jaén. Sabrá algo de matemáticas y seguramente aprendió a la perfección aquello de compartir, pero le queda mucho por cultivarse en eso del “reparto equitativo”. En una época tremendamente difícil como la que nos ha tocado vivir, los olivareros sabían que la inminente reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC) no iba a caer, precisamente, como agua de mayo en Jaén. El temor a los recortes era evidente y todos hablaban, incluso, de la necesidad de impulsar medidas que tuvieran un marcado carácter medioambiental. Sin embargo, el borrador presentado por el discípulo de Franz Fischler no puede ser más desastroso para una provincia que trabaja y vive por y para el olivar.

Si las previsiones se cumplen, se mantendrán los 57.000 millones de euros que hay para repartir, pero con más bocas que antes, por lo que el bocado tendrá que ser más pequeño. Serán los altivos, los aceituneros de cuna y los que de verdad trabajan de sol a sol los grandes perjudicados de la injusta tarifa plana que quiere imponer Ciolos en los 66 millones de olivos que pueblan Jaén. Ellos serán los que, de la mano de toda España, caminen unidos contra la malvada gestión que pretenden imponer desde Europa a una tierra rica en aceitunas y en aceite de calidad. La historia se repite. Llega la hora, una vez más, de luchar unidos por mantener unos derechos históricos ganados a pulso. El pueblo saldrá a la calle, porque el futuro de cientos de generaciones está en las manos de un desaprensivo al que bien le vendría dar unos jornales en la próxima campaña para conocer cómo se trabaja en un olivar de Jaén.