La odisea de un discapacitado para disfrutar del fútbol

Bernardo Guzmán llegó a la capital, procedente de un pueblo de la provincia, cuando apenas era un adolescente y, desde sus años de juventud, es forofo del Real Jaén y socio del club. Ni siquiera su avanzada edad —tiene ya ochenta y tres años— o los problemas derivados de una enfermedad por los que, hace tres años, le tuvieron que cortar una pierna lograron disminuir su afición futbolera. “Llueva o diluvie, él va a todos los partidos”, comenta su esposa, María del Carmen Aguayo.

22 sep 2014 / 09:30 H.

Aunque, desde que Guzmán está obligado a desplazarse en silla de ruedas, el simple hecho de acudir al estadio de La Victoria se le hace muy cuesta arriba. “Voy porque me llevan dos familiares, pero todo son dificultades”, narra el hombre. “Lo peor es cuando llego a la grada y me tienen que subir a pulso entre tres o cuatro amigos hasta mi fila, que es la nueve, en la tribuna”, explica Guzmán. La alternativa es permanecer en el pasillo, en un espacio reservado, al parecer, para discapacitados. Sin embargo, no hay techo. “Eso es terrible”, lamenta el jiennense. Y, desde luego, no es el asiento que Guzmán compra, cada año, cuando se inscribe como socio. “Es injusto”, afirma.


promesas. Ante este panorama, Guzmán se llegó a plantear abandonar el club de sus amores. El primer año, tras superar la operación, acudió a hablar con la directiva y exponerle su caso. “El señor Hidalgo, cuando era vicepresidente, me prometió una rampa para acceder hasta mi plaza”, cuenta el anciano. Esa instalación, hoy, brilla por su ausencia.
Otro año, desde el club le aseguraron el arreglo de un ascensor que también facilitaría su acceso a la fila nuve. Tampoco se ha hecho realidad, según aseveran Guzmán y su sobrino, Antonio Rincón, que lo acompaña, cada jornada, hasta el estadio.
“No es solo mi tío. Hay más gente en esta situación o que, directamente, no va al partido porque sabe cómo son los accesos”, declara Rincón. “Recuerdo que cuando a mi tío le cortaron la pierna, se puso casi a llorar por su Real Jaén”, rememora el pariente, que también ha tenido conflictos por el uso de la plaza de aparcamiento reservada para discapacitados. “Hasta en dos ocasiones nos llamaron de megafonía para que lo retirara, aunque tenemos el permiso para ello”, asevera Rincón.


“Tenemos que agradecer a su sobrino y al padre de este que suban a recogerlo y a traerlo a casa cada partido. Y que allí, en el campo, hay buena gente que les echa una mano y lo suben hasta su asiento para que no se tenga que quedar en el pasillo”, concluye la esposa.