La muerte no redime nada

No hay un solo cementerio donde repose una persona mala, la muerte nos iguala a todos en la cuestión escatológica del bien y el mal. Cual amnesia colectiva, el entorno de los vivos se vuelve aquiescente tratando a todos los muertos con bondad.

    10 oct 2014 / 10:17 H.

    Si en España quedan muertos malos, estos reposan en fosas comunes, anónimas cunetas y barrancos. En Argentina, durante la dictadura militar, quisieron no contaminar la madre tierra y directamente a los “malos” se les arrojaba al mar. Curiosa costumbre ésta. Aún no he conseguido encontrar a nadie que me diga de un fallecido que, simplemente fue malo, que alguna vez se equivocó, como si quisiéramos borrar la maldad de nuestra memoria. Puede que el meollo de la cuestión esté en que egoístamente queremos el mismo trato cuando nuestro corazón deje de latir. No contentos con universalizar la bondad, ahora damos un paso más. Baste un ejemplo para saber de esta actitud colectiva. El Rey abdica, viva el rey, que buen hombre este. Decía un pensador árabe, de aquel Al Ándalus que tanto nos dió y al que tanto debemos, que: “para avanzar, hay que saber conocerse a uno mismo y juzgar a los demás con justicia y honradez”. Si olvidamos que el ser humano no es perfecto, que no todo son laureles y buenos actos, difícilmente avanzaremos por el camino natural que conduce al futuro. Si una persona actúa con maldad en vida, cuando muere no se debe olvidar. De nada sirve acudir a ensalmos y brebajes de olvidos que nos hagan pensar que los jardines más frondosos crecen en el desierto. Recuerdo, cuando murió La Pasionaria, a un gran facha, ultraderechista él, lanzarle tantas loas en muerte como escupitajos le lanzó en vida. Pues bien, yo conozco muchos que murieron sin dejar de ser canallas, y para nada siento su muerte, así es. A buen seguro yo habré decepcionado a muchos; entendería que no acudan a mi funeral cual hipócritas a rendir falsos cumplimientos ni atribuirme una bondad plena que ni tuve ni pretendí. Ley de vida, aunque parece ser que dicha ley no es de aplicación a los muertos, sean reales o metafóricos. Falsedad palmaria.