La mudez de Baphomet

Los ojos de 'La Mona'  o Baphomet de nuestra Catedral, observan el acontecer de esa parte de la ciudad que yo amo tanto. Su mirada,  difuminada, enigmática y derruida  por el discurrir del tiempo,  inadvertida para los que caminan sin pausa ni misterio, diría yo que mira al sur y que todos los cipreses de la ciudad, le vigilan desde siempre los ensueños.

    29 ene 2013 / 16:43 H.

    Ubicado en una esquina,  para ser testigo doblemente de una luz que cae absorta sobre cada jornada, de unos gritos enjaulados en horas de llanto y cascotes esparcidos en cada mueca de la historia. Excelso en las densas paredes de piedra blanca, entre arcos, capiteles y flores de lis, representa todo aquello que la historia ha querido imputarle  y que le ha permitido guardar el misterio desde el aire, desde un dintel privilegiado donde el secreto se impone a cualquier otro pensamiento.
    Oprimida la boca con fuerza, para que nada se le escape de dentro. Ecléctico, casi feo. Nada que ver con puntas de diamantes o balaustradas barrocas del resto del Templo. Pero sí de una advocación mitológica, pretérita y honda.  De una forma pagana cuyo enigma se respira en todas las direcciones.
    Esa forma que está dando cuerpo a nuestra decepción desmesurada, a no saber ya lo que es verdad o es mentira, a sentarnos, como él,  en posición meditabunda. Y estoy segura de que si pudiera abrir la boca  nos diría que el sol sigue saliendo cada día, que a qué esperamos para despertar y tal vez, que la solución a tantos desencuentros,  está dentro de nosotros.

    Poeta
    Rocío Biedma