06 oct 2015 / 11:16 H.
Será casualidad o llámenlo como sea, pero últimamente los puentes parece que se han convertido en el decorado preferido para las representaciones más o menos teatrales del presidente del Gobierno. Con más o menos pompa y boato, pero puentes al fin y al cabo. Se le pudo ver hace unas semanas en Cádiz, en esa magnífica obra de arquitectura que es el nuevo puente de la Constitu- ción de 1812, el puente de La Pepa, para los amigos y el más alto de Europa. Espectacular, desde luego, digno de acercarse hasta la bahía gaditana para darse un paseo en coche. Y hace menos de una semana, aquí que se plantó también para inaugurar un tramo de la archiolvidada autovía A-32, en lo alto de otro de estos artilugios que unen orillas o salvan desniveles del terreno. Por eso, a mi modesto entender, creo que es el momento justo y necesario para que los vecinos de Campillo del Río sigan adelante con sus movilizaciones, echen toda la carne al asador y se dejen la piel en el intento para que les construyan ese necesario puente por el que llevan lidiando desde hace décadas. Otra cosa es que sean capaces de discernir quién tiene que pagar las obras, porque parece que eso es tierra de nadie. Milagro será que no haya que lamentar alguna desgracia, ahora que llega el agua de las lluvias del otoño.