29 jul 2014 / 22:00 H.
Algunas veces un tejado que se derrumba o una pared que se cae nos descubren un pasado remoto, asombroso, oculto entre el polvo y la desmemoria rasa de los días. En la provincia de Jaén, en donde la historia nos ha ido dejando momentos de gloria arquitectónica, no es raro que aparezcan a menudo lienzos de murallas, cimientos de iglesias arrasadas, estatuas embarradas y capiteles obtusos. Hubo un tiempo en el que no había conciencia de conservación de lo inservible, ni de belleza postrera. En todos los pueblos se han ido perdiendo verdaderos tesoros más por incultura que por mala fe. En Úbeda no solo se han perpetrado desmanes urbanísticos a lo largo de los siglos, sino que se han perdido palacios, iglesias, conventos, caserones y templetes, en un número tan grande que, si por arte de magia se nos desvelaran juntos, no podríamos abarcarlos con la vista. Se han cometido muchos errores, incluso en épocas recientes, pero es verdad que el turismo, la educación y el nombramiento de la Unesco, han inoculado en nuestros gobernantes una cierta razón proteccionista que hay que valorar. Sin embargo, todavía hay cabezas cerradas que no entienden que la historia se hace todos los días, que en Úbeda no todo es renacimiento, que hay edificios mucho más recientes que tienen valores innegables. La antigua cárcel, abandonada durante décadas, convertida en almacén, nido de vencejos y refugio de gatos, corre el riesgo de ser derruida para siempre. Construida a principios del siglo XX, de influencia mudéjar, conserva dentro de sus muros gastados el dolor de decenas de personas que sufrieron el miedo, la tortura y la muerte en los años oscuros de la posguerra. Ahora es propiedad del Ministerio del Interior y existe el deseo de Instituciones Penitenciarias de venderlo y de demolerlo para elevar bloques de viviendas. No podemos permitir esa barbaridad. El edificio debe de restaurarse y de acondicionarse como Centro Cultural en donde convivan la historia y la memoria de esta ciudad nuestra, hecha de sueños hermosos en permanente estado de derrumbe.