La memoria de la tierra deja huellas grabadas en su piel

La piel de la tierra, la nueva exposición del artista jiennense Diego Moya, hay que situarla, dice el comisario de la muestra, el filósofo y crítico José Jiménez, en el contexto de lo que en el arte contemporáneo se llama land art —arte de la tierra—. “Un planteamiento que va más allá de la réplica imitativa de la naturaleza de la tradición clásica, o de la pintura de paisaje, para proponer la inscripción y el diálogo humanos con lo natural. En Diego Moya supone inscripción y diálogo con el ámbito de donde procedemos, a través de una especie de retorno geológico, de un buceo en la memoria que el curso del tiempo depositó como huellas en el cuerpo material de la tierra”, describe el crítico.

26 may 2015 / 14:17 H.

El artista jiennense, que trabaja a caballo entre Madrid y Marruecos, tierra de la que quedó prendado en 1991, expone en la Casa de la Entrevista de Alcalá de Henares una colección de sus últimos trabajos. “Esta exposición que permite apreciar la intensa madurez de su obra, de su equilibrio entre dos mundos, entendiendo esta última expresión en más de un sentido. Dos continentes, dos tradiciones culturales, y también dos ámbitos: espíritu y materia, que en todos los casos se funden y sintetizan”, dice el comisario. “En 1991, el año en que Diego Moya comienza a vivir entre Asilah y Madrid, se podría trazar un hilo de continuidad en el despliegue de sus propuestas artísticas, que se podría situar en su voluntad de hacer hablar a la materia”, añade. Así, el artista superpone telas o papel sobre las piedras sobre los que produce improntas: imágenes que transmiten una “escritura” cifrada, precisamente porque son imprimaciones directas de las superficies de esas piedras, que conducen así, directamente, muchos millones de años hacia atrás en la edad de la tierra. Hay en ello, además, una voluntad de poner en relación esos registros ancestrales con la memoria digital de la cultura de hoy. Y en ese sentido Moya ha acuñado los términos “gigabytes” y “terabytes de piedra”, que describe: “Sedimentos de arenas de sílice de muy diferentes densidades que fueron formando esos estratos que hoy admiramos, y que actúan como millones de gigabytes de memoria almacenados a perpetuidad allí, guardando su secreto.”