La mejor manera

En estas semanas que han pasado desde su muerte se me han ido amontonando en la cabeza los recuerdos de sus libros y me doy cuenta de que somos lo que hemos leído. Los libros nos trasladan la emoción de la vida en toda su complejidad. En el dobladillo de la ropa de cada uno vive otra persona. Esa persona es casi siempre mejor que nosotros mismos y se mueve silenciosa en el trajín de nuestros quehaceres esperando el momento en el que nos ponemos a leer. No hace falta ser psicólogo para entender esto, basta con juntarse con gente que lee. El libro es la invención más grande hecha por la mente humana, el mayor transformador de conciencias, el arma más poderosa, y al mismo tiempo el amigo olvidado, el humilde compañero, el acompañante fiel, el confidente siempre dispuesto no ya a mostrarnos su privacidad, sino sobre todo, a oírnos. Abrimos un libro e inmediatamente la otra persona que habita en nosotros asoma la cabeza y así, mientras leemos, somos especiales.

En su obra “Días y noches de amor y guerra”, Eduardo Galeano escribió que conocía unas cuantas historias buenas para contar a los demás y así descubrió que escribir era lo suyo y añade: “Aquella noche me di cuenta de que yo era un cazador de palabras. Para eso había nacido. Ésa iba a ser mi manera de estar con los demás después de muerto y así no se iban a morir del todo las personas y las cosas que yo había querido”.

Un año más, en primavera han regresado las golondrinas de papel revoloteando en torno al 23 de abril, se han llenado de actividades las librerías y las bibliotecas y hemos recordado la maravilla de la lectura. Estos días, en Úbeda se celebra también, otro año más, la Feria del Libro y durante unos días al placer de leer se une el de buscar, el de encontrar y el de compartir.
Es verdad: Nada se muere del todo, ni las personas ni las cosas, gracias al amor y gracias a los libros. Desde luego, no hay mejor manera de estar en el mundo.