La maquillada estrategia de Batasuna para recuperar espacio
En las últimas elecciones en el País Vasco Batasuna no participó en las urnas por la asfixiante relación que mantiene con ETA. El brazo político sigue sin tener protagonismo por más que Otegi sea la cara conocida de una izquierda “abertzale” que no se impone a los dictados de los terroristas. Ese camino hacia ningún lugar le ha hecho perder credibilidad entre sus propios electores, porque ante los que creyeron que habría una traslación directa entre los votos nulos de estos comicios y los anteriores resultados antes de la ilegalización, el descalabro electoral les deja sin argumentos y con un serio problema de estrategia.
Frente a esta debacle necesaria, los “traidores” de Aralar suman apoyos en la sociedad vasca con su discurso de independencia, pero negando el espacio para la violencia. Un argumento más para dejar claro que en la vía política todos los argumentos son defendibles dentro de una lógica democrática. Un aviso también para partidos como el PNV que, sin pudor, utilizaron la ilegalización para tomar el discurso del victimismo nacionalista y que, incluso, después de las elecciones la esgrimieron como estrategia electoral del PSOE para ganar terreno a los nacionalistas. Estas actitudes y la política de hechos consumados a favor, antes y ahora, de Batasuna hacen necesario un cambio políticos en el País Vasco para que los violentos abandonen los espacios públicos que han copado en las últimas décadas. Unas intenciones ya anunciadas por Patxi López y que buscan, algo tan sensato por otra parte, aislar a quienes no condenan la violencia. En este difícil contexto, Batasuna se aferra a la relación con ETA para volver a vender al Gobierno una posibilidad de diálogo social que, ni por los antecedentes ni por la situación del brazo político y el armado, tiene garantías ni credibilidad. Batasuna trata de sacar cabeza, pero ni tiene mensaje ni este es su tiempo.