La ley y la trampa
Para las personas que nos dedicamos a la profesión jurídica, creo que hay pocas cosas que nos molesten más que esos refranes antiguos o dichos, que no llegan a ser sentencias des-legitimadoras, pero que lo pretenden. Hicieron éxito hace mucho tiempo y son repetidos incluso en bares y zonas de recreo, a veces de forma correcta y otras muchas inconveniente.
Lo malo de estos pretendidos aforismos es la generalización que conllevan. No cabe duda de que si han pervivido y han tenido éxito es porque tienen un fondo o un punto de partida que es real. Hoy me voy a referir al conocido como “quien hizo la Ley hizo la trampa”. Este enunciado evidencia que los que hacen las leyes dejan rendijas por las que pasar. Por mucho que quiera atar el legislador, la realidad es más rica de la que puede prever, siempre quedarán vacios o huecos por los que se “cuelen” muchas conductas. Por esta misma razón, en ocasiones “pagan justos por pecadores”. El caso que expongo no se trata de ningún “listo” que engaña a la Administración, sino de la rigidez y falta de justicia que a veces tienen las normas. Estarán ustedes conmigo en que las mal altas cotas de modernización e informatización en la Administración Pública Española las han conseguido la Seguridad Social y Hacienda. Sin embargo, no solo quedan espacios de impunidad y de trampa por parte de sujetos pasivos o afiliados, sino injusticias incluso de estas Administraciones para con los administrados. Por ejemplo: una empresa que está cotizando a la Seguridad Social todo el año, con cuatro trabajadores, paga aproximadamente al año veinticuatro mil euros de cargas sociales, puede cometer un error y cotizar quince euros menos en octubre. Este error material la hace de inmediato deudora y le impide tener, por ejemplo una bonificación de cuatrocientos euros por un curso de uno de los trabajadores. Es evidente que el espíritu del legislador cuando la ley dice: “Que hay que estar al corriente con Hacienda y con la Seguridad Social para tener derecho a bonificaciones”, no se pensaba en aquellos que han tenido un error involuntario, subsanable y de pocos euros. Sin embargo, esto es automático y aunque la empresa en cuestión lo subsane nunca ya cobrará los cuatrocientos euros. Ese mes debía quince, y no cumplía la condición de estar al corriente. Resultado: no podrá bonificarse los cuatrocientos en octubre, ni en noviembre, ni nunca. No cumple el requisito. Esto no es justo, pero pasa todos los días en nuestra provincia, con los tiempos que corren para las empresas, ¿no tiene solución? Es la trampa de la Ley.
Francisco León Valenzuela es abogado