05 dic 2008 / 23:00 H.
La Constitución española cumple hoy sus treinta años de vida, una efeméride que se conmemora en una ceremonia que presidirán los Reyes y que supone el acto central de los muchos que durante estos días se desarrollan tanto en la esfera institucional como en centros educativos y otros ámbitos sociales. A la hora de echar la vista atrás hay que poner especial énfasis en la vigencia general de un documento que fue redactado en un momento histórico especialmente complicado y que, pese a todo, sus ponentes supieron cargar de una especial altitud de miras para sobrevivir al paso de los años y al devenir de la sociedad. La propia presidenta del Parlamento andaluz subrayó el protagonismo de Andalucía en la historia del constitucionalismo y el valor de un texto que se redactó en unos años “carentes de referencias”. En el caso de la provincia de Jaén, fueron cuatro diputados del PSOE y tres de la extinta UCD los que fueron testigo en primera línea en las Cortes Constituyentes del salto cualitativo y cuantitativo a una convivencia en paz y libre. En este día es preciso ser justos con la memoria de todos los que hicieron posible que hoy estemos donde estamos y dejar constancia con generosidad, que pusieron unos cimientos que aún hoy sostienen la sana convivencia entre los pueblos del mapa del territorio español. En cierta forma, se adelantaron a su tiempo y las generaciones que los sucedan guardan con ellos una deuda impagable. La norma suprema ha sabido sostenerse y ganar solidez pese al paso del tiempo, gracias a un articulado de base que fue pionero. Tres décadas después de su nacimiento y refrendo por el 87% de los españoles, puede y debe ser el escenario propicio para la reflexión. La prioridad ahora se centra en la economía, pero el tiempo dirá, siempre con el necesario consenso pleno, cómo actualizar los artículos que ya no rijan de acuerdo con los nuevos tiempos.