La juventud no tiene horizonte
No es mi deseo ser agorero como un grajo negro revoloteando al lado de un ciprés, ni echador de cartas ni leer el futuro en las palmas de la mano. Sin embargo pienso, luego razono, que la cosa no puede seguir así.
La juventud no tiene futuro. Su canto del “gaudeamur igitur” lo va a cambiar por “La Parrala dice sí, la Parrala dice no, esta vida que estoy viviendo no la quiero yo”. Como en aquellos jopuoas tiempos de la posguerra, ¡otra vez! “Pepe, vente pa Alemania”, significa que España está andando para atrás, como los cangrejos. Una juventud parada es la antesala cruel de la desesperación, y cuando esta se ceba en la sinrazón quiere decir que todo tiene un límite. Da vergüenza y hasta escalofrío, ver colgado en la pared una orla inservible. Esta orla bien la puedo entroncar con aquella copa flamenca. “Dónde está lo que yo era y lo que solía ser; solo soy un cuadro pegaíto a la pared”. Se equivocó de pe a pa aquel que dijo “Juventud, divino tesoro”, pues el tesoro, amigos míos, se ha convertido en pura quincalla pesetera. Una juventud que vive bajo el manto de los padres.