La justicia en España
Enrique Rodríguez García/Desde Jaén. Los del sanedrín, seguidores del sumo sacerdote Dívar, se rasgan las vestiduras cuando se pide desde todos los sectores de la sociedad que su líder explique y justifique en qué ha gastado nuestro dinero en sus muchos viajes de fin de semana a la ciudad de Marbella, la que fuera capital europea de la “jet set”, famosa por las reuniones de personas ricas y guapas, aficionadas a todo tipo de actividades sociales inalcanzables al común de los mortales.
En la rueda de prensa que el jefe del Supremo ofreció pasados veinte días de la denuncia presentada por el vocal José Manuel Gómez Benítez, Dívar afirma tener la conciencia absolutamente tranquila, porque no ha cometido ninguna irregularidad jurídica, ni moral, ni política por los trece mil euros gastados en lujosos hoteles y restaurantes, necesarios para conciliar su actividad pública con su presencia en la provincia donde nació. No entiende tanto revuelo por la insignificancia del dinero público gastado, al que tendríamos que sumar los gastos de desplazamiento, alojamiento y manutención de los muchos escoltas que velaban por la seguridad de su cuerpo serrano. Pero sobre todo lamenta profundamente, igual que los escribas y fariseos de su Sanedrín, que estos acontecimientos hayan dañado la imagen de la Justicia española. ¡Hipócrita¡ ¿Acaso no habéis sido vosotros, contigo a la cabeza, los que habéis desacreditado a la Justicia en España? ¿No te rasgabas las vestiduras cuando todos clamábamos justicia para el Juez justo, aquél que ajusticiasteis después de inventaros delitos inexistentes para condenarlo a la muerte de su vida pública? ¿Acaso no representasteis una parodia de juicio para dejar en libertad al Barrabás de los trajes y la chufa? Ya habló de vosotros Jesucristo antes de que fuera crucificado, cuando dijo a la multitud y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y fariseos. Practicad y guardad cuanto os digan, pero no los imitéis en sus obras, porque ellos dicen y no hacen. Lían cargas pesadas e insoportables y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni aun con un dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para que los hombres las vean, gustan del primer puesto en los convites y de la primera silla en las sinagogas, de los saludos en las plazas y de que los llamen maestros.” La justicia emana del pueblo, porque así lo decidimos los españoles con las voces y votos que libre y alegremente depositamos en el referéndum constitucional de nuestra Biblia política. Ahora, el pueblo te pedimos explicaciones y te exigimos que dejes de prostituir los nobles cargos que representan nuestra Justicia. ¡Estamos hartos de las pesadas cargas que ponéis sobre nuestras doloridas espaldas, mientras vosotros os gastáis el fruto de nuestro trabajo en hoteles y restaurantes de lujo!