La justicia del "buen rollo"

Todo empezó hace 21 años, cuando Manuel García Serrano, actual juez de paz del municipio de Canena, preparaba unas oposiciones para agente judicial y se inscribió para el cargo que sigue ocupando hoy con mucha fuerza e ilusión.

    27 ago 2011 / 10:07 H.

    “Manolo”, como le conocen los caneneros, se apuntó para convertirse en juez de paz porque le gustaba y también con la idea de “sumar puntos para el tema de agente judicial”, y es que, normalmente, a un juez de paz lo propone el pleno del Ayuntamiento del municipio y, si este obtiene la mayoría absoluta, el Tribunal Superior de Justicia competente en esa zona o región lo confirma, pero si la propuesta del pleno no alcanza la mayoría absoluta, el Tribunal Superior de Justicia manda una “circular” de los interesados, los cuales tendrán la posibilidad de enviar su currículum a dicho órgano y este será el que tome la última decisión.
    En este caso, seis concejales de once del Ayuntamiento de aquel entonces eligieron a Manuel García Serrano, que logró así la mayoría absoluta, y posteriormente el Tribunal Superior de Justicia de Granada lo ratificó como el juez de paz más joven de Andalucía con veinticinco años. Hoy, 21 años después (cifra que pasará a los 22 cuando llegue diciembre de este mismo año) Manuel ha sido reelegido una vez más, después de seis ocasiones consecutivas, y sigue “poniendo paz” entre todos los vecinos.
    Manuel se encarga de los libros de registro civil, esto es, nacimientos, defunciones o matrimonios, además de los pedidos de partidas de dichos libros que tiene que firmar con los secretarios del juzgado. También interviene en actos de conciliación, en bodas civiles, en divorcios, o en otro tipo de actos formales y por escrito donde una parte solicita algo, como un “pequeño juicio para intentar que ambas partes se avengan”. De estos episodios, Manuel tiene unos cuatro o cinco al mes, pero entre estos y los casos “hablados” con cada uno de los vecinos, la cifra supera los 800 asuntos a los que ha tenido que hacer frente hasta el día de hoy, bien por disputas entre dos o más personas por supuestos insultos, lindes de olivas y problemas con el agua, o cuestiones más graves como incendios o suicidios. Precisamente recuerda que en su primer caso se produjo un incendio en el que falleció una persona, en la primavera del año 1990.
    ANÉCDOTAS. Él califica su trabajo como un cargo de poca gracia porque está ligado siempre a los conflictos, pero tiene sus momentos buenos como cuando, por ejemplo, “casa a dos personas”, o sobre todo cuando resuelve un conflicto de manera satisfactoria y arregla los malentendidos entre los vecinos. Atesora muchas anécdotas de su trabajo, como su primera boda civil en los años 90 en la que realizó un “sermón” de un resumen de varios libros, algún juicio ilógico en el que la parte denunciante no se presentó, o los “regalos” que algunos vecinos le han hecho llegar por resolver algún problema, y que van desde dulces hasta tripas de chorizo. Recuerda también aquel caso en el que se tuvieron que habilitar unos servicios del polideportivo de Canena para unos chicos que cumplieron tres días “de cárcel” por haber robado tejas, algo que fue “sonado” porque en aquel momento no había cárcel, o el conocido suceso que ocurrió en noviembre del año 2001, en el que una familia dejó la herencia de 300 olivas a los más pobres del municipio canenero de entonces. “El cura, el alcalde de aquel tiempo y yo tuvimos que decidir quiénes eran los más necesitados. Fue una decisión muy dura”. Sobre su reciente nombramiento, está “feliz” por la confianza que han depositado en él y se siente muy ilusionado porque continuará resolviendo todas las cuestiones que se presenten en su recorrido, algo que dice mucho de su ímpetu para que las cosas se hagan bien y de su longeva experiencia. En el municipio de Canena, Manuel García Serrano impone el respeto de un juez de paz, pero pasa “desapercibido” y la gente le trata como lo que es, un vecino más de Canena que juzga desde el más pacífico de sus sentidos. ANTONIO JOSÉ MORA SALIDO/  PEDRO MARTÍNEZ GARCÍA / CANENA