La joven de la ruta de las vírgenes
Poco podía imaginar que después de graduarse en LADE y Derecho en la Universidad de Jaén terminaría trabajando en su propio pueblo, en la Cooperativa Agraria San Roque. Ahí ha cumplido ya un año y es la mujer más feliz del mundo. No solo por eso, sino porque en mayo del año que viene cumplirá su sueño de casarse con su novio de toda la vida, con el que lleva saliendo once años, desde que estudiaron juntos en el IES Ciudad de Arjona, en el municipio vecino.

Cuando se para a pensar, llega a la conclusión de que lleva el 75% de su vida estudiando, porque fue terminar su carrera y comenzar a prepararse unas oposiciones con las que, finalmente, no obtuvo plaza. Antes de venirse abajo, la llamaron de su actual trabajo, con lo que su vida dio un inesperado y magnífico giro. Siempre ha tenido claro que los estudios eran lo primero y el principal instrumento para poder llegar a ser independiente y labrarse un porvenir.
Nadadora “desde que tiene uso de razón”, todavía lo sigue haciendo, y recuerda sus primeros años compitiendo con el equipo de su pueblo por los municipios de la comarca. Sigue con esa afición y otra que no perdona: ir a caminar una hora con su padre. Tienen su sendero particular, por la carretera de circunvalación bordeando el pueblo, y la llaman la “ruta de las vírgenes”, porque pasan por las ermitas de la Virgen de la Cabeza, de la Soledad y la que da cobijo al patrón San Roque, a la Virgen de Alharilla y a la Virgen de las Batallas. Sin olvidar la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación. Algo así como un itinerario mariano que los une como padre e hija. Para ella, Arjonilla es un pueblo “muy bonito, tranquilísimo y con gente muy agradable y su cerámica típica, que es preciosa”, comenta.
Si habla de su trabajo, solo encuentra palabras de elogio. “Tengo unos compañeros muy buenos, estoy muy contenta, porque tengo posibilidad de independizarme y avanzar”. También agradece a sus dos antecesores, que se jubilaron, el apoyo recibido para coger las riendas de una profesión en la que no tenía experiencia previa. “Todos los días aprendo algo sobre el aceite, antes ni siquiera me había llamado la atención”. Su cooperativa actual es el resultado de la absorción de la de San José, un gran paso adelante que redunda en mayores beneficios para los socios, de manera que ahora existe en el municipio, en lugar de dos, “una señora cooperativa”, como ella dice. Supuso una inversión muy fuerte y empezar casi desde cero, según le han contado, pero cree que fue lo acertado. “Se hizo muy bien. En Arjona hay cuatro, no sé por qué no llegan a un acuerdo y se fusionan, porque seguro que redundaría en beneficio del pueblo”.
Pone una pasión inmensa en todo lo que cuenta de su pueblo y de su vida. Y es que es de esas personas que irradia felicidad.