La joven apuñalada por su novio se refugia en una casa de acogida
Montserrat Martos, la joven apuñalada por su novio el pasado 27 de enero, se ha refugiado en una casa de acogida para mujeres maltratadas. En su barrio, aparecieron pintadas de apoyo a Jesús, su presunto agresor: “Estaba atemorizada por ello”, aseguran desde su entorno más cercano.
Montse todavía tiene miedo. Las heridas físicas han cicatrizado, pero las psicológicas le duelen y mucho. De hecho, la joven ha preferido poner tierra de por medio y acogerse a los recursos existentes para las mujeres maltratadas. Desde hace unos días, está en una casa de acogida para víctimas de la violencia doméstica.
Montse todavía tiene miedo. Las heridas físicas han cicatrizado, pero las psicológicas le duelen y mucho. De hecho, la joven ha preferido poner tierra de por medio y acogerse a los recursos existentes para las mujeres maltratadas. Desde hace unos días, está en una casa de acogida para víctimas de la violencia doméstica.
Fue ella misma la que pidió refugiarse en vista de determinadas situaciones que no le gustaron. De hecho, nada más salir del hospital, el pasado 9 de febrero, Montse se encontró varias pintadas de apoyo a Jesús. “También le llegaron comentarios, rumores malintencionados que la culpaban a ella de lo que había ocurrido. Tenía miedo. Le daba pavor hasta salir a la calle”, explican las fuentes consultadas, personas que la asesoraron y le recomendaron que la mejor opción era marcharse.
Incluso, la Delegación Especial del Gobierno para la Violencia de Género en Jaén tuvo que intervenir para que se retiraran varias pintadas aparecidas en el Polígono de El Valle. Eran mensajes de apoyo a Jesús V. F., el novio de Montse y en prisión preventiva desde que fue detenido, acusado de un delito de homicidio en grado de tentativa. De hecho, operarios del Ayuntamiento de la capital borraron las pintadas. Pocos días después volvieron a surgir. “Es un ambiente demasiado hostil para una joven que acaba de sufrir una agresión brutal”, añaden personas muy cercanas a Montse.
En la casa de acogida, la víctima tiene garantizado el anonimato. Sólo su familia más cercana sabe dónde está. Es una forma de protegerla y de aislarla del exterior. Rafael Abolafia / Jaén