La inmortal tradición de rendir homenaje a los seres queridos
La tradición de honrar a los difuntos se sostiene a lo largo del tiempo. Lo demuestran las imágenes de los cementerios que, a lo largo de los últimos días, sobre todo el pasado fin de semana, han estado más llenos de vida que nunca, con incesantes visitas de familiares para rendir homenaje a sus seres queridos. Sucede cada año, en cada uno de los camposantos de la provincia, como un deber moral al que no se quiere renunciar y que se hereda de generación en generación. Con todo, los jiennenses no escapan a las nuevas tendencias que, como en todo, también llegan a este negocio que supone el inevitable paso por la muerte.
La cremación se ha convertido en una de las opciones más solicitadas, frente al enterramiento tradicional. El año pasado fueron cuatrocientos los jiennenses que fueron incinerados, una cifra que se verá ampliamente superada este año, el que se calcula un incremento aproximado de un quince por ciento. También el velatorio en el domicilio familiar, algo completamente extendido y habitual hasta no hace mucho, quizá un par de décadas, se ha convertido ya en algo impensable. El primer tanatorio de la provincia se inauguró en el año 1992 y, entonces, era el segundo de Andalucía, todo un servicio pionero para los jiennenses en aquella época no tan lejana.
Días para recordar a los que ya no están, de paseos por los camposantos, de dulces típicos, unas costumbres que, a pesar del avance de los tiempos, no tienen visos de desaparecer. Expertos aseguran, además, que es recomendable exteriorizar el sufrimiento de un ser querido como un proceso normal, no intentar ocultar el dolor, como en muchas ocasiones sucede, porque puede generar en problemas de salud. Reprimir el sufrimiento es perjudicial y estudios científicos lo avalan. Otra forma es la manera de exteriorizarlo y ahí es donde la modernidad quizá gane terreno a la tradición.