La indefensión
Óscar Pérez González/Desde Jaén. Hay situaciones que las ves venir, pero nunca quieres creer que van a ser una realidad. Te vas dejando la piel y la salud, no por altruismo, (¿orgullo quizás?), luchando en una empresa, en una compañía, en un proyecto (grande o pequeño), en el que crees y confías que tu dedicación puede llegar a dar frutos. ¡Cuántos desengaños y desencantos me he llevado en la vida!, y lo peor, nunca aprenderé la lección. (Tampoco quiero aprenderla, pues dejaría de ser quien quiero ser y como soy).
¿Es la condición del hombre el enfrentarse a este mundo y a los demás siguiendo a pies juntillas las conclusiones a las que llegó Hobbes sobre la naturaleza humana (“bellum erga omnes”)? ¡Llenan mi “alma”, me hincha el corazón tantas cosas “inmateriales”!. Pero, aunque Hobbes diga que no hay alma, la hay. Y por supuesto también cuerpo, materia. No se puede vivir sólo de aire o ideales. Muchos actúan con la seguridad innata de que los demás van por derecho por la vida. Y te topas, en tantísimas ocasiones, que efectivamente van, con la Ley en la mano, a estrangular a todo aquel que puedan en aras a defender sus sucios y ruines intereses personales. No me considero pesimista ni negativo, pero hay veces, que la situación de indefensión es tal, que la incredulidad se apodera de ti. No ya incredulidad en el “sistema”, sino, y lo que es peor, en las personas (determinadas personas) y en los montajes de tantos y tantas que pregonan (siempre que no les suponga detrimento a sus miserables intereses, en sus bajas miras), a voz en grito su fe, su moralidad, su creencias cristianas. Quieren imponerte “su” fe, (que no la Fe), te dan lecciones continuamente: “Tú, lo que tienes que hacer; tú, lo que debes hacer; tú, lo que no tienes o debes hacer es”. Con esos y esas, es con quien más cuidado hay que tener. Son capaces de dejar medio muerto a un hijo, como si de un perro se tratara, si ven peligrar lo más mínimo su bienestar corporal o “espiritual”. Los mismos jueces que, con la Ley en la mano (leyes llenas de lagunas, corregidas, enmendadas miles de veces), te aplican los ambiguos artículos (interpretables a antojo por cualquier abogadillo), buscando favorecer sus “oscuros” intereses. ¿Tiene España un sistema judicial y legislativo con algo de sentido?