La ilusión rescatada
Desde Linares. En el día de hoy el Papa Francisco celebra su primer aniversario como pastor de la Iglesia Católica. Ante este hecho se puede afirmar con rotundidad que ha sido un año que, cuanto menos, ha recreado una nueva primavera ya no sólo en el seno de la comunidad eclesial mundial sino que también ha llegado a los bordes de ésta donde acontece el diálogo interreligioso e intercultural. Francisco ha logrado rescatar una ilusión adormecida que, para muchos, yacía lánguida a la espera de un milagro.
El Papa ha sabido generar un lenguaje sencillo, entrañable y motivador que ha conseguido calar hasta en las capas más lejanas a la jerarquía, llegando hasta las comunidades de base. Al mismo tiempo ha logrado tener una actitud profética, en el sentido del que denuncia y anuncia, hacia los estratos más oscuros y corruptos tanto de la Iglesia que preside como de la sociedad en general. Ha despertado el interés de todos los medios así como el de los más altos cargos políticos y religiosos pues tanto en su discurso esperanzador como en su coherencia y transparencia se han querido ver reflejados. No se puede decir que el Obispo de Roma haya creado algún tipo de fórmula maestra, tan sólo se ha limitado ha colocar en primer lugar la sencillez y hondura del Evangelio, la profundidad que al brotar logra que lo importante sea lo verdaderamente urgente, esto es, la dignidad de las personas. Tal vez sea éste el motivo por el cual ha sido elegido como uno de los candidatos al Novel de la Paz, quizá sea esto lo que lo convierte en un líder espiritual, un guía que destaca la importancia del servicio como entrega solidaria y compasiva hacia los demás, eje sustancial de la tarea de la Iglesia. Es obvio que Francisco no asume nada que pueda parecérsele a un programa político sino que más bien ha amplificado la voz de la Buena Noticia que estaba distraída en medio de otras cuestiones menesterosas. Su opción por primerear a los pobres (haciendo uso de su jerga lingüística) ha quedado patente en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, la alegría que es y contiene el Evangelio, una alegría que queda del todo manifiesta en sus gestos, que se contagia, que despierta las esperanzas adormecidas y que rescata la ilusión. Ha sido su coraje y su convicción más profunda la que ha logrado que las periferias existenciales, como él las designa, recuperen el centro, el lugar donde siendo vistas puedan ser atendidas, acompañadas y rescatadas.
El Papa ha sabido generar un lenguaje sencillo, entrañable y motivador que ha conseguido calar hasta en las capas más lejanas a la jerarquía, llegando hasta las comunidades de base. Al mismo tiempo ha logrado tener una actitud profética, en el sentido del que denuncia y anuncia, hacia los estratos más oscuros y corruptos tanto de la Iglesia que preside como de la sociedad en general. Ha despertado el interés de todos los medios así como el de los más altos cargos políticos y religiosos pues tanto en su discurso esperanzador como en su coherencia y transparencia se han querido ver reflejados. No se puede decir que el Obispo de Roma haya creado algún tipo de fórmula maestra, tan sólo se ha limitado ha colocar en primer lugar la sencillez y hondura del Evangelio, la profundidad que al brotar logra que lo importante sea lo verdaderamente urgente, esto es, la dignidad de las personas. Tal vez sea éste el motivo por el cual ha sido elegido como uno de los candidatos al Novel de la Paz, quizá sea esto lo que lo convierte en un líder espiritual, un guía que destaca la importancia del servicio como entrega solidaria y compasiva hacia los demás, eje sustancial de la tarea de la Iglesia. Es obvio que Francisco no asume nada que pueda parecérsele a un programa político sino que más bien ha amplificado la voz de la Buena Noticia que estaba distraída en medio de otras cuestiones menesterosas. Su opción por primerear a los pobres (haciendo uso de su jerga lingüística) ha quedado patente en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, la alegría que es y contiene el Evangelio, una alegría que queda del todo manifiesta en sus gestos, que se contagia, que despierta las esperanzas adormecidas y que rescata la ilusión. Ha sido su coraje y su convicción más profunda la que ha logrado que las periferias existenciales, como él las designa, recuperen el centro, el lugar donde siendo vistas puedan ser atendidas, acompañadas y rescatadas.