La humanidad por el desagüe
Juan Manuel Chica Cruz desde Jaén. Trago amargo para aquel que le cuente como fueron sus primeros momentos de vida. Evitará cruzarse con sus ojos mientras le explica que sus primeras 24 horas transcurrieron en el interior de un tubo de desagüe; con voz ahogada que su madre no tuvo mejor ocurrencia que, tras desatornillar el inodoro, arrojarlo por ahí.
Respirará hondo por la desazón y añadirá, para contrarrestar, que él, en cambio, se portó muy bien y que no dejó de llorar en el interior de aquel bajante. Eso alertó a sus vecinos que creyéndolo por un gato en apuros llamaron para que un bombero lo rescatase. Y que tuvo a un bombero como improvisada matrona. Si aun tuviera aliento para seguir sabiendo le dirá que su madre huyó pero que el fuerte desgarro vaginal hizo que fuera al hospital donde fue detenida. Pero más profundo y doloroso será el desgarro al alma infligido al conocer sus orígenes. Para suavizar se podría pensar que su madre tuviera las facultades mentales perturbadas o que en una sociedad tan patriarcal, represiva y machista por miedo, a veces, se hacen monstruosidades aun sin quererlo. Y que él fue un héroe. Un auténtico superviviente ejemplo palmario de la capacidad extrema de supervivencia del ser humano aunque sea, tan solo, para vivir dentro del tubo de la inmundicia humana.