La “huella” de la infancia de Miguel Picazo en su cine

Conocemos a Miguel Picazo por La tía Tula, por toda la filmografía posterior, por su lenguaje cinematográfico, por su trabajo en televisión, pero, ¿cómo llegó hasta allí?”. Esta reflexión se la hizo Ignacio Ortega Campos y las respuestas han visto la luz en Miguel Picazo. Crónica de un cinéfilo, obra que edita a este investigador, docente y también cinéfilo, como el cazorleño, la Fundación Unicaja. “Él mismo dice que su cine se alimenta de sus vivencias personales”, dice el autor, que indaga especialmente en la infancia del director de cine, en Cazorla y Peal de Becerro, donde vivió durante su adolescencia. “Desde pequeño me interesó el cine, crecí con él y sentí hacia él un deseo, una furia irrefrenable. Posiblemente, sin la emoción que me producían en mi infancia y adolescencia aquellas películas, yo nunca hubiese soñado ser director de cine”, cita al cineasta el investigador.

18 nov 2015 / 10:31 H.


Al mismo tiempo, este libro, que será presentado en diciembre en Almería, Cazorla (día 3) y Peal de Becerra, es, también, una aportación a un ámbito de la historia del cine, hasta ahora poco desarrollada, mantiene. “El cine en los pequeños pueblos constituyó un indicador fundamental de la importancia del mismo como vehículo cultural, además de ser fiel espejo de la evolución social y cultural en el contexto biográfico que nos proponemos”, explica el que fuera diputado de Cultura desde principios de los 80 y hasta 1995. De hecho, recuerda, él puso en marcha programaciones como los Encuentros con el Cine Español y fue el primero en traer a Picazo como director a Jaén, en 1987.
Este acercamiento al cine lo hace con los recuerdos personales del propio Miguel Picazo —son, explica, 107 horas de reposadas conversaciones— y testimonios de aquellos que conocieron al niño y al adolescente, historias que ha unido documentos históricos, archivos, fotos, relatos y anécdotas. “El regreso de Miguel Picazo a Cazorla apunta a su infancia, de ahí el título de este libro, y con él nos acercamos a la historia local, que es la memoria que se comunica con su pasado”, añade el autor. El libro, que acaba de salir a la imprenta, todavía no ha llegado a las manos del cineasta cazorleño. “Me llama un par de veces en semana para ver cuándo va a estar”, dice Ignacio Ortega. De hecho, se remonta al nacimiento de la publicación. “Miguel me pidió que escribiera su biografía, pero yo le dije que ya estaba escrita en sus películas, que lo que quería era escribir de su infancia y de la propia historia del cine en Cazorla y Peal”, recuerda.
“La infancia y adolescencia cinematográfica de Miguel Picazo, es decir, los años entre 1932 y 1945, se corresponden con los del cine, él dice ‘donde satisfacía mis fantasías de niño, me abría a mundos desconocidos y a experiencias nuevas que no encontraba en mi pueblo’. Todo ese mundo de fantasía cinematográfica lo capta, lo reproduce después y lo envía fuera a través de la pantalla, que es donde lo intensifica”, destaca el autor.