La herencia

Desde Jaén. Todo aquello que recibimos en herencia debemos responder por ello. A veces las herencias no son las que desearíamos, pero debemos cargar con ellas. Es lo que está ocurriendo con lo que nos ha dejado la gestión del Gobierno de Rodríguez Zapatero.

    31 dic 2012 / 09:43 H.

    Nos ha traspasado a todos los españoles unas cuentas públicas tan decepcionantes que tardaremos mucho tiempo en corregirlas. Sin olvidar el número de desempleados. El paro con el que se ha despedido Zapatero superaba el 24% de la población activa. Una cifra realmente demoledora para un país que venía de una situación extraordinariamente buena. El nuevo Gobierno de Rajoy es comprensible que en menos de un año no haya podido superar la difícil situación. Lo recibido, la mala herencia ha sido de tal envergadura que se necesitará un largo período de recuperación para corregir la situación. Sabemos que puede sonar a recurrente apelar a la herencia recibida, pero las deudas que se han contraído tienen unas dimensiones desconocidas. Son de tanto calado los agujeros que existen en las arcas públicas, que se hace imposible no referirse a ello una y otra vez. La oposición del PSOE trata de descalificar, sin pausa ni descanso, cuando se hace referencia a la herencia recibida por parte del PP. Entra en la lógica ya que el señor Rubalcaba, hoy número uno de los socialistas, formaba parte del Gobierno de Zapatero. Del Gobierno que ha dejado la peor herencia de toda la democracia. Con un déficit de casi el 12% del PIB. Milagros ya no existen. Sacar un “conejo de la chistera” solo lo hacen en exclusiva los verdaderos magos. A los políticos les corresponde dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. A los políticos les corresponde solucionar los problemas que alguna veces ellos mismos, la clase política, generan. La herencia de Zapatero siempre hay que tenerla presente para saber lo que no se debe hacer. De la herencia de Zapatero debemos aprender y por tanto el Gobierno de Rajoy hace bien en recordar cómo hemos llegado hasta aquí.
    FERNANDO CUESTA GARRIDO