La Guerra Civil: causas y consecuencias

José María Morillas Mediano desde Jaén. Cuando tengo que explicar al alumnado de la ESO cualquier hecho histórico de envergadura, siempre trato de explicarlo atendiendo a las causas que lo provocan y a sus consecuencias, y siempre pongo ejemplos cercanos a los intereses de los alumnos en contextos familiares y en otros contextos próximos, locales, provinciales y nacionales —como Andalucía—. 

 

    27 sep 2013 / 10:29 H.

     

    Y qué duda cabe que un hecho histórico de envergadura fue la Guerra Civil española. Lo expongo tras una breve introducción nacional, explico las causas y consecuencias de esta guerra en Mancha Real.
    Les informo de que una de las causas más profundas de la guerra fue la injusta Desamortización de Mendizábal y Madoz, que puso en subasta pública los bienes propios del Ayuntamiento, que, desde tiempos inmemoriales, estaban arrendados a los jornaleros sin tierra, con lo que vivían centenares de familias durante todo el año. Lo mismo ocurrió con los bienes de la iglesia, que al tenerlos arrendados en parecidos términos a los anteriores, los vendieron al mejor postor. Veamos las compras a los propios del Ayuntamiento de Jaén en nuestro término. Nos referimos al plantío de olivas de Letraña y Albercón que lo poseen desde entonces —si no lo han vendido— las familias Herrera-Calatrava y otros propietarios, lo adquirieron en su totalidad en la desamortización liberal de Mendizábal y Madoz, siendo alcaldes y concejales en distintos periodos liberales de Mancha Real, Juan Ildefonso Herrera e Ildefonso Calatrava y Contreras. La escritura de compra de esta finca pública está fechada el día 15 de junio de 1841 ante el escribano Rafael Aguilar, vecino de Jaén, dicha escritura fue dada por mandato judicial, otorgada por el escribano José María de Castro el día 29 de abril de 1858.
    Los compradores de estas fincas, provenientes de Bienes Nacionales, fueron los siguientes: Juan Ildefonso de Herrera compró 41 fanegas en la Campiñuela y 107 fanegas en Letraña por valor de 12.000 reales de vellón de principal y 360 reales de réditos anuales a pagar al caudal de los Propios de Jaén; Ildefonso Calatrava y Contreras compró 171 fanegas en Letraña y 27 fanegas en la Campiñuela por la cantidad de 15.300 reales de vellón y 460 reales y 10 maravedíes de réditos anuales a pagar al caudal de los Propios de Jaén. Estas fincas las vendió el Estado con la condición de ceder parte de ellas a los convecinos arrendatarios de estos Propios de Mancha Real. Tierras compradas a la iglesia: de los Carmelitas Descalzos: Parajes llamados don Matías, Frailes, Huerta del Convento con 9,35 hectáreas en total. De las Carmelitas Descalzas: Tejoneras y Haza del Pájaro con 4,65 hectáreas. De los Dominicos de Jaén: cortijo de Cirueña con 600,21 hectáreas. De la iglesia de San Pedro de Baeza: cortijo de Barreras con 468,32 hectáreas. De Bienes Nacionales —no indica sus propietarios eclesiásticos—: cortijo de Torrechantre, Camino de los Álamos, Casa Mercado, Vallermoso, Rojas (Torres), unas 440,83 hectáreas. Del convento de Santa Úrsula de Jaén: Cañada de Lantiscosa, Vallermoso y Osorillo con 2,95 hectáreas entre 1839 y 1840. En total, de la iglesia compró unas 1.526 hectáreas y del Ayuntamiento de Jaén unas 127, sumando todo arroja la friolera de 1.653 hectáreas.
    Esto creó entre los jornaleros un malestar enorme, pues veían que peligraba el tradicional arriendo que hacia la iglesia y el Ayuntamiento y por ende el jornal diario para el mantenimiento de centenares de familias del campo. El 14 de abril de 1931, la gente, harta de pasar miseria, sale a la calle a protestar contra la injusta estructura de la propiedad de la tierra y proclama la II República Española, al grito en Andalucía de: “La tierra para el que la trabaja”. Y como dijo el ministro de Agricultura, el socialista Marcelino Domingo, —el 24 de marzo de 1932—, la reforma agraria tenía “tres finalidades principales: primera, evitar el paro obrero en el campo —mediante el asentamiento de jornaleros en las tierras expropiadas—; segunda, distribuir la tierra —expropiando las grandes fincas “señoriales” y los latifundios en manos de propietarios absentistas—; tercera, racionalizar la economía agraria —disminuyendo el crecimiento de la superficie cerealista y devolviendo a los núcleos rurales sus antiguos bienes comunales, perdidos con las desamortizaciones del siglo XIX—”. Estos latifundistas alentaron y pagaron el golpe de estado del 18 de julio de 1936, pues esta reforma agraria hacia justicia a la injusta desproporción en la distribución de la propiedad de la tierra. Jaén sigue siendo republicana y como castigo, Franco, el generalísimo, por la gracia de Dios, ordena el trágico bombardeo de la aviación fascista sobre la ciudad de Jaén el día 1 de abril de 1937 causando 155 muertos, de las cuales 62 eran mujeres y 52 menores de 14 años.
    Este luctuoso hecho causó las iras del Frente Popular, aplicando, desde ese mismo instante, la Ley Bíblica del Talión: el ojo por ojo y diente por diente —Antiguo Testamento, más concretamente en la ley mosaica, aparece en Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21—. El FP decretó los días 2, 3, 4, 5, 6 y 7 la conducción de 128 presos de derechas al cementerio de Mancha Real, donde fueron fusilados como represalias a este bombardeo 18 personas de Mancha Real. El 2 de abril de 1937: Ángel Alcalá Cruz, Manuel Pérez Gámez, Manuel Poves Gámez, Esteban Villa Romero, Pedro Barrio Morales, Alfonso Barrio Porras, Alejandro Boyano Alonso, Antonio Castillo Francés, José María de Dios Ruiz, Antonio García Lanzas, José Herrera Carrillo, Francisco Solís Pedrajas. El día 5 de abril de 1937: Antonio Jaiñaga Herrera, José García Lanzas, Miguel Gómez Moreno, Santos Hernández Cantero, Juan José Martínez Delgado y Juan Ramírez Dávila. Las causas: las desamortizaciones liberales del XIX. Las consecuenticas: las miles de víctimas fusilados por ambos lados, en la balanza los grandes perdedores del conflicto los jornaleros sin tierra de Mancha Real que pagaron muy caro, con la pena de muerte, pertenecer a partidos marxistas y/o a sindicatos obreros o ejercer el derecho a la libertad de expresión.