19 oct 2015 / 17:25 H.
Si alguien cuantificase el CO2 que elimina cada unos de nuestros 100 millones de árboles, a los 60 millones de olivos hay que sumar todos los existentes en nuestros parques naturales, sierras y riberas, nos encontraríamos una grata sorpresa. Y es que Jaén es la provincia española que más y mejor ayuda en aras de reducir el impacto del cambio climático. Pero claro, estas cosas, por normales y sabidas, no se tienen en cuenta. Si partiéramos de la base que hay un mercado de emisiones donde empresas y países compran cuotas de CO2, habría que situar a Jaén en su justo lugar. Y el justo lugar es una potencia de incalculable futuro. Somos una provincia saludable, con sus pequeñas manchas sin duda. Y no solo somos sanos, también ayudamos a que todo nuestro entorno lo sea; aún nadie ha podido poner coto a la expansión del aire. Ahora toca pues, poner en valor a esta gran fábrica natural de consumo de CO2 y producción de oxígeno. Alguien podrá decir que eso es una barbaridad, los menos correctos dirán que una jilipollez. Y me pregunto ¿por qué no? ¿Por qué no exigir lo que es nuestro y en justicia nos corresponde? Parece que a nosotros, que tanto nos quitan y a los que tan poco nos dan, debemos mantenernos en ese estado de tontainas totales, donde pedir algo es dar por hecho que nos tratarán de necios. Somos un territorio que aporta a la atmósfera mil veces más de lo que le usurpa. Ese plus medioambiental no es ni reconocido ni recompensado. Hay incentivos y subvenciones a vehículos, viviendas y empresas para que reduzcan sus emisiones contaminantes. ¿Por qué Jaén no puede exigir inyecciones extras de inversión por ser la mayor empresa de reducción de contaminantes atmosféricos? Acaso puede parecer una gran boutade decir esto, pero cuanto menos tomémoslo en consideración. Si damos por bueno que un Gobierno esté poniendo impuestos al sol, vía gravar las energías fotovoltaicas, qué impide introducir la cuestión de aspirar a un añadido económico al esfuerzo de Jaén, tener y mimar 100 millones de máquinas depredadoras de contaminantes y productoras de bienestar.