La felicidad está en los genes
No lo digo yo, aunque esté de acuerdo, lo escribe el prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos en su último libro “Los secretos de la felicidad”. Si hasta ahora hemos pensado que el ser más o menos felices dependía de factores externos, estábamos equivocados; venimos predispuestos genéticamente a ver la vida de uno u otro color. Me atrevo a asegurar que un tanto por ciento muy alto de la población se queja del paso del tiempo. Por genética, por inercia o porque nos dejamos llevar, parece algo negativo.
Si nos parásemos a pensar un poco caeríamos en la cuenta de que es todo un lujo. Atrás se va dejando todo aquello que te complica la vida sin razón y sin aportarte nada positivo. Poco a poco te van dando igual las opiniones de quien no forma parte de tu vida. Conviertes tu conciencia en tu consejera y, sobre todo, dejas de ser políticamente correcto. Empiezas a separar a los simpáticos de los graciosos. Ya no admites que una “presentadora” de una cadena de televisión mezcle el seseo y el ceceo y acabe destrozando la lengua española entre comentarios soeces; ya no se admite no dar la talla: cada uno en su sitio. Pongo este ejemplo porque en una ocasión que la vi me molestó profundamente y estaba deseando manifestarlo, pero esto se puede extrapolar a cualquier faceta de nuestra vida. Vamos exigiéndonos y exigiendo calidad en el comportamiento de todos. De todo podemos sacar algo positivo, sobre todo si contamos con los genes; si no, pongamos buena voluntad.
Maestra
Juana Garrido