La familia al completo
El ciprés vertical y languirucho es una pluma estilográfica que escribe la crónica silenciosa de los muertos. Aquí, solo tienen vida esos gorriones piantes y revoltosos. En una taza con aceite, una mariposa, con su vacilante llama alumbra la ausencia de los que duermen un sueño eterno. El árbol se desnuda de su vestido de hojas ajadas amarillas. Un viento corretón se las llevará a quién sabe qué remoto cementerio de las hojas muertas. Este sol de noviembre parece un candil que se enciende y se apaga. Tiriteras, narices atascadas. El resfriado es la moneda de uso corriente que circula a su libre albedrío. Gachas, batatas cocidas, castañas asadas, huevos de santo, ¡qué horror!, gallo en pepitoria y a comer que la vida es breve. Mesa de camilla. La familia al completo está calentándose en un brasero de herraj o picón.
El abuelo ejerce de historiador y cuenta sus historias cuando hizo la milia en el Muriano, o cuando pretendió a la abuela con fines casamenteros. Noviembre está llamando en la puerta del invierno, seguramente, para calentarse con el calor de los que aún viven en este valle de lágrimas.
José Sánchez del Moral